martes, 5 de junio de 2012

Pintaste un bosque donde



La hierba había sido quemada.
Y por un momento pareció que los frondosos arboles y el afrodisíaco olor de las flores llenaba de vida el lugar.
La gente creyó que en aquel lugar paradisíaco nunca se había podido producir ningún incidente y les gustaba visitar el sitio en verano y llevar con ellos a sus hijos.

Mi piel que era un continente desconocido también ha sido el lienzo vació donde otros habían intentado pintar algo lleno de vida. Pero cada vez que las manos inexpertas cogen el tintero y se colocan sobre ella muestra su incapacidad para dejarse marcar por cualquiera.

Al igual que a un bosque, se intento explorarme poro a poro. Tramo a tramo.
Los náufragos desembarcaron sobre mi espalda y se dedicaron a coser a besos y a insultos la historia que me recorría las venas.
Se equivocaban. Todos se equivocaban.

Los que quisieron llenarme de color y de matices. Los que dibujaron sobre mi cuerpo colosales castillos de cuentos y terroríficas historietas macabras.
Se equivocaron los que con caricias quisieron plasmar el cielo y los que con indiferencia hicieron un croquis del infierno.

Lo mas valioso de mi ser no estaba en la piel sino debajo de ella.


Pero ese siempre era un continente lleno de peligro e incertidumbre que nadie estaba dispuesto a recorrer.