martes, 5 de enero de 2016

Ser poesía, doler, sostener la mirada, cubrirse del tiempo.






Una vez me hice una camiseta con un pintauñas. Era un desastre y estaba un poco rota pero la estuve llevando durante años solo porque estaba orgullosa de la frase que había escrito en su parte delantera y porque realmente sentía que llevaba algo que me representaba de verdad.
Soy de esas personas que se quedan paradas mirando un paisaje o contemplando el silencio o la risa de una persona.
A lo largo de mi vida he escrito mucho sobre lo que significa querer y ser querido pero creo que el amor se basa en sostener la mirada del otro sin que te haga daño. La mayoría de la gente no valora eso. Atrévete a mirar, a mirar de verdad, a bucear en el alma de una persona y desnudarte con todos sus monstruos. Quitarles el miedo poco a poco entre susurros y demostrales que tambien pueden ser musas. Que aun queda oportunidad para ellos.
Amar a alguien es arrojarte al mar bravo y helado de su mirada sabiendo que puedes ahogarte y llevando puesta solo una sonrisa. Trazar laberintos en su piel sin necesidad de encontrar el camino de salida. Esconderte entre sus inseguridades y esculpir tu nombre sabiendo de antemano que algunos renglones siempre estarán torcidos.
He llegado a llorar con el afilado y puntiaguado roce de una inicial que de tanto lucirla se me ha clavado fuertemente en el cuello.
Te dicen que respires profundamente, que todo pasara.
Pero ahí letras que te abrasan por dentro y devoran toda tu calma convirtiéndola en ansiedad.
Hay letras que uno cree que lleva puestas y que en realidad visten y forman parte del tejido muscular, alimentando a los huesos.
Soy ese tipo de persona que habla con su corazón a las cuatro de la mañana y deja salir a los fantasmas para tener mas calor en la cama y inventar nuevos cuentos.
A veces sueño con correr descalza en un día lluvioso y gritar hasta quedarme sin fuerza en las cuerdas vocales.
Me gusta el olor de los libros antiguos y el tacto de las paginas de los nuevos. Disfruto cuando veo que alguien ha escrito algo en las calzadas y mi canción favorita a veces ha sido la respiración de unos labios indecisos sobre mi cuello.
Puede que tal vez esto no tenga sentido.
En la vida siempre apuesto demasiado y me arruino fácilmente pero es la verdadera atracción del juego.
Siempre he sentido que los demás me miran fijamente y analizan todos mis aciertos y mis errores.
Continuamente he pasado mi vida sintiéndome alabada o criticada por los otros.
Desde que tenia doce años he comprendido el peso tan fuerte que tienen las palabras cuando te las cargan bajo los hombros y tienes que construir una casa con ellas sin mas sustento que el verbo.
Sin embargo siempre he conservado esa parcela de libertad y locura resguardada de la lluvia permanente de la vida y cubierta por el esternón.
A veces me ha tocado reír con el roce de su estigma, otras me ha disparado en la sien de imprevisto.
Nunca me ha importado que los demás me quisieran o me odiaran por lo que pudieran ver en mi mirada.
Solo he mirado fijamente en mi vida en dos ocasiones. Lo demás han sido  parpadeos, flashes intermitentes que cambiaban de dirección cuando creia que tenia un rumbo fijo.
Tengo una colección de llaves que no pueden abrir ninguna puerta pero aun no logro desprenderme de ellas.
A veces me gustaría pararme en mitad de la calzada  y dejar que el tiempo chocara con mi piel produciendo algún atasco, solo por la incertidumbre, por la poesía del momento. Me gustan mucho los instantes en los que se congelan los minutos y las agujas del reloj hacen poesía con nuestros sueños.








Ya no tenemos esa edad donde jugar a averiguar la forma de las nubes es realmente divertido.



Si te has cansado de mirar puedes irte.



Pero esto es todo lo que soy, lo único que soy. Lo único que siempre conservo.


Tu y yo podríamos ser poesía si creyéramos que mirarnos fijamente es lo único que cuenta, el único momento del día donde no estamos muertos.
Donde somos verdaderamente sin existir, donde vivimos a destiempo.
Podríamos quedarnos a vivir en ese instante y dejar morir el resto.