martes, 22 de abril de 2014

Felinos


y irascibles. Rondando de sofa en sofa, de estrofa en estrofa.
Siempre con el ansia de algo mas, buscando un ovillo que ha de estar siempre enredado para mantener la expectacion y el entusiasmo originario.
Desgarrando o abortando versos en mitad del escenario con el unico canjeo de un par de sonrisas o abucheos. Con el sangrado como estado predilecto para aderezar luego con sal las heridas y volver a lamerlas una y otra vez. Siempre a oscuras del publico. Siempre a oscuras del mundo.
No hay que tomar en vano el lamerse las heridas. No todos pueden lograr hacerlo aunque muchos lo intenten con mucho empeño.
Los artistas son felinos, gente triste. Tal vez si fueran gente alegre no conseguirian llegar a algo tan intimo y tan delicado como el corazon de una persona.
Son seres terribles y orgullosos que subsisten prioritariamente de la historia cifrada que esconde cada una de sus heridas.
Son presumidos y independientes. Hacen daño y se dejan hacer daño. Son traicioneros y sumisos como un gato desagradecido que se marcha de casa y vuelve a los cuatro dias con un bufido como saludo.
Llevan la anatomia de la tristeza tatuada en cada hueso y eso es lo que los hace escribir buenos versos, cantar estrofas acordes, escoger buenos colores en su paleta.
Hacen shows. Se desnudan por cuatro perras. Narran sus miserias. Lo ofrecen todo con una palabra , a todos, a cualquiera, a nadie.
Pero no pasa nada. Porque rozar el éxtasis es rozar el orgasmo de cada una de sus ensoñaciones.
Pero no pasa nada porque viven de desnudar cada una de sus tragedias.
Hacer arte es trascender el dolor en algo mas que un par de lagrimas. Volverlo una cancion, reciclarlo.

Hacer arte es hacer de la vida un ovillo y jugar, jugar con ella.