lunes, 23 de julio de 2018

El gran capital










No fue Eva quien nos expulso del paraíso.
La verdadera fruta prohibida estaba revestida de cobre y plata.
Se encontraba colocada en un lugar estratégico, llamando nuestra atención con sus colores brillantes y vistosos que nos prometían un infierno decadente vestido de tonos atractivos y agradables, capaces de adormecer nuestras pupilas.
El dinero ensucio nuestras manos y pudrió nuestras almas, apartándonos para siempre del verdadero punto de partida.
Por dinero se invento la guerra, el hambre y el sufrimiento.
Se dio forma a la miseria y a la desdicha.
Por un par de monedas se daña y se mata, se cubre la humanidad de codicia y espanto.
Los lazos de sangre se vuelven inservibles y se tornan en desconocidos amantes y amigos.
Muchos niños no conocerán a sus madres por dinero. Muchos padres no verán crecer a sus hijos y se convertirán en sombras recortadas que reposan a la espalda de los arboles por no poseer más capital que el de la insatisfacción y la deuda.
Y es que el dinero tiene algo adictivo sin lo que no sabemos o no podemos vivir.
Cuanto mas tienes, mas quieres.
Cuanto mas posees, menos conciencia tienes de lo que realmente necesitas.
Las posesiones materiales nos hacen ruines y miserables.
Insensibles ante la belleza intangible que nos rodea.
Creimos ingenuamente que podríamos heredar el mundo gracias a los miles de segundos, minutos y horas de los que disponiamos.
Esos que tenían como propósito embellecer la realidad que nos rodea.
Pero el dinero lo destrozo todo. Nos destrozo a todos.
La zona en la que nacemos y los condicionantes sociales y económicos que nos rodean pueden ser cuna o sepultura.
Nos reconocen por nuestro capital, nos salvan o nos condenan por su peso y su talante.
Pero en nuestro interior coexisten otros elementos en los que nadie repara.
No estamos hechos de carne y de huesos.
Estamos hechos de tiempo.
Y cuando nos marchemos será lo único que nos quede, lo único que dejemos, lo único que realmente fue nuestro.
Somos tiempo que se va caducando minuto a minuto.
Y nos lo están robando desde el mismo momento en que decidimos venderlo al mejor postor en pos de la supervivencia.
Estan menospreciando cada uno de los segundos que nos queda.
Aquí.
En este mundo.
En ese paraíso que un dia pisaron nuestros pies cuando para ser felices nos bastaba solo con la tierra mojada sobre nuestros pulgares, el olor de la hierba impregnando nuestra nariz y el cielo abierto bañando nuestros ojos con su mar azul.
Teníamos el paraíso al alcance de la mano.
Salvajes, ignorantes y felices.
Con el corazón jugando a la comba con las emociones más triviales y la vida como eterna caricia que nos sometía a un sueño vulgar y cálido.
Pero aprendimos a buscar nuestra selva en el asfalto y a caminar erguidos y sumisos, olvidando quienes éramos.
Fueron otros los que definieron nuestra valía con cifras y porcentajes.
Compraron nuestro tiempo y lo pusieron a su disposición.
No sabían que ese tiempo no era solo tiempo.
Que constituía nuestra única posesión incapaz de volver a ser sustituida.
Algo que cuando se ofrece, nunca se vuelve a recuperar.
Y es que cuando le pones precio al tiempo de otras personas les estás diciendo que no tienen nada, que no son nada.
Les estas robando toda su vida.
Como si una existencia fuera una cosa que se pudiera definir o comprar por medio de un número.
No. Nuestras vidas no tienen precio. Al menos, no el precio que ellos quieren pensar.
Sin embargo, los que disponen de los medios y el poder nos convierten en otra posesión más sin ningún valor real.
Y poco a poco hasta a nosotros mismos se nos va olvidando su verdadero significado.



miércoles, 27 de diciembre de 2017

Elegir no conformarse

Cuando la rabia de mis fieras se haya dormido vendrán nuevos sonidos de tambores de guerra y nuevas sintonias que valga la pena bailar.
Porque el truco esta en eso.
En saber bailar con todos tus demonios y seguir dominando la capacidad de aprender nuevos pasos sin temor a equivocarte.


Si cometemos errores es porque estamos vivos.
Si tropezamos es porque estamos vivos.
Si duele es porque estamos vivos.


La felicidad es el ultimo escalón de un camino en el que te conformas con lo que tienes porque has perdido la posibilidad de generar sueños y propósitos nuevos.

La felicidad , la verdadera consiste en no conformarse.


En seguir sacandole la lengua al destino, en rebelarse ante sus trucos anticuados.


La felicidad somos nosotros plantando cara al paso de los años, celebrando cada perdida, sonriendo ante la desgracia, eligiendo equivocarnos de nuevo.

martes, 26 de septiembre de 2017

Tatuajes permanentes...






No se cuando mi piel se convirtió en la corteza de un árbol donde dejan firmas, iniciales y poemas de amor los extraños.

Donde algunos buscan encontrarse y otros perderse para siempre.

No se cuando me hice tan resistente como la madera o si ha sido la tierra lo que ha convertido mis movimientos en algo inmutable que echa raíces para expandirse mas allá de este suelo que pisamos con desdén.

Pero tengo mis propias marcas. De nacimiento y de muerte. Todos los golpes que la vida me ha asestado con la sonrisa de la brutalidad y la indiferencia de lo cotidiano. Todas esas veces donde levantarse tras la caída se convirtió en palabra que desembocaba de forma irremediable en poesía.

Sea como sea me encanta encontrar esas marcas invisibles en los demás. Llamaradas de espanto o de esperanza. Signos permanentes de una mente que lucha contra la corriente demoledora del día a día.

Me gustan los tatuajes que están debajo de la piel. Los que esconden lo aparente de lo predecible.
Aquellos donde se leen las heridas y los golpes que maquillamos de los extraños con recelo bajo una capa simulada de vida.
Esos que estan hechos de la tinta de la saliva, el sudor y las lagrimas.

Me gustan los tatuajes que están cosidos a la columna vertebral de las personas y los impulsan a lanzarse al vació o retroceder varios metros ante una caricia.


Me gustan los que todavía hacen que las manos de los demás sean ese diccionario que encuentra la definición a una palabra que no creían que existiera  y que los define.


Porque siempre fui parte de esa melodía que no necesitaba mas acompañamiento que una respiración que se alza desafiante ante lo injusto de una humanidad dormida.



Y es que mi piel no es mas que ese glosario donde están ordenadas alfabéticamente cien maneras de plantarle cara al que prefiere la promesa de la huida al florecer de un sentimiento que nunca se marchita.

martes, 8 de agosto de 2017

Maravillas y miserias del siglo XXI

Nos escondemos detrás del anonimato de una pantalla oscura que busca ensalzar todas nuestras virtudes y desligarnos para siempre de la sombra de nuestros defectos.
Sentimos menos. Creemos que vivimos mas, que sabemos mas, que tenemos el conocimiento a nuestra disposición.
Nos movemos a golpe de click.
Nos enamoramos de una foto retocada y despreciamos un estado compartido que intenta nacer de una emoción marchita.
Creemos conocer lo desconocido a través de la apariencia falsa de algo que solo es el envoltorio de una historia por contar.
Se nos ha olvidado perdernos en las letras de los libros, buscar silabas que den valor a nuestros sueños. Saborear la verdadera poesía que nos rodea.
Esa para la que no te preparan en la escuela ni en las multinacionales.
Esta es la era de la información. Pero seguimos estando solos y desamparados.
Esperando encontrar un interruptor en esta habitación a oscuras que puede ser la realidad.
Recuerdo aquella época en la que pasabas meses esperando a que alguien te escribiera una carta.
El tacto del papel resbalando sobre los dedos. La incertidumbre de saber el secreto que estaría escondido dentro.
Habia tanta felicidad y tanta tristeza en  el interior de aquellos sobres. Enviados desde una parte del mundo a otra, esperando unir a dos personas dispares que se habían cruzado un día casi por casualidad.
Antes las letras nos unían, eran un puente que nos hacia estar mas cerca.
Nacían del papel y la tinta en su mas pura esencia.
Derribaban todas las barreras que nos separaban sin remedio.
Ahora la letra se ha convertido en tecnología. Se ha transformado en una maquina brutal e inteligente que nos arruina.
Que procesa todas las emociones y las vuelve algo vació y artificial.
Esta es la era de la información. Pero sabe a soledad y a decrepitud. Huele a miseria y a podredumbre.



Sin embargo sigo siendo una de esas personas que sienten que es necesario enviar un mensaje encriptado en una botella y lanzarlo al mar esperando que algún incauto lo encuentre y descubra el verdadero secreto de tu existencia.



Un par de silabas nada mas que sean un retrato en sepia de tu desnudez. Que muestren al monstruo y al humano que habitan dentro de ti.



Y quien sabe. Quizá ese sea el único modo verdadero de comunicarse.


Regalarle tus secretos a los extraños que no hayan sucumbido bajo esta maquina de acero brutal y despiadada que se llama siglo XXI.



Esa maquina que nos envasa, nos manipula, nos procesa y nos vende al mejor postor.




Esa que al final solo deja que conservemos un par de trazas verdaderas de todo lo que eramos.



Como si fuéramos meros productos desechables con instrucciones plegadas en el borde de los labios.


lunes, 7 de agosto de 2017

En este reino mando yo

He violado todas las normas de la vida.
Nunca he aceptado sus brutales leyes.
Nunca me he guiado por su moral, su logica y su racionalidad.
Siempre he vivido a contracorriente.
He sido un cometa que ha despegado antes de tiempo. Que ha vivido, amado, odiado y muerto antes de tiempo y al que luego le ha tocado volver a la tierra y encontrársela vacía.
He visto lo que se esconde detrás de la superficie de la realidad, lo que queda cuando ya no queda nada.
Y no se si me ha hecho mas fuerte o mas sabia.
Pero ahora soy yo quien pone las reglas. Ahora en este extraño juego soy yo quien manda.
Yo decido como vivir y como morir.
Nunca me adaptare a la ferrea rigidez que imponen los calendarios.
Tengo el verano y el invierno como dos hemisferios latiendo al mismo son que mi corazon.
Y es un latir desbocado, rebelde y insumiso que solo entiendo yo.
Deja sordo a cualquiera que no sepa entonar su cancion.


Y es que al final me ha tocado perder la partida jugando contra mis vicios.

Tantas noches y tantos dias buscando un sonido que se asemejara un poco a lo que oigo cuando cierro los ojos y finjo que respiro.


Pero no.


En esta batalla sin tregua me he ganado a mi misma.


A veces da igual que nadie entienda el secreto, el extraño mecanismo de lo absurdo con el que se nutre la vida.



Soy feliz, porque vestirme con mil pieles me ha hecho encontrar mi propia textura.



Le he vencido a la vida.



Que siempre decía que no, que era ella la que gobernaba mis días.


Reina déspota de una tierra que desde el principio no le pertenecía.

sábado, 8 de abril de 2017

Lo que nunca dijimos




Nunca me han gustado las series de adolescentes, siempre he creído que pecan de los mismos errores y que han sido concebidas para vendernos unos estereotipos absurdos que siempre son los mismos  y que en el fondo solo nos causan un daño terrible.
Empece a ver ''13 reasons why'' repitiéndome sin parar esa idea en mi cabeza. La verdad es que no me esperaba encontrarme con una serie fantástica y adictiva que es bastante digna, admirable y sobre todo necesaria.
Podría hablar de la multitud de temas que se tratan y que conviene tanto mostrar en este mundo en el que vivimos, que parece querer dejar siempre a la sombra algunas cosas.
Temas como el bullying, el machismo,la cultura de la violación,la inseguridad, la necesidad de ser aceptados. Temas que no se miran de una manera lejana sino que son examinados con lupa y mostrados tal cual; en carne viva.
La historia de Hanna y Clay es tan real como la de cualquiera de sus compañeros de instituto.
Cruzando la difícil frontera que separa la adolescencia del mundo adulto. Ese rincón de confort que se debe abandonar queramos o no para caer de imprevisto en un mundo brutal y cruel cuyas normas aun no conocemos y con las que debemos de lidiar.
Se habla sobre el impacto que tienen nuestros actos, sobre la necesidad de aceptar sus consecuencias. Sobre lo importante que es todo lo que decimos y  hacemos pero sobre todo analiza lo cruciales que son todas esas palabras que nunca decimos, todos esos actos que nunca nos atrevemos a realizar. Esos que se nos quedan enquistados en el alma para siempre y que sabemos que de haber sido usados en un momento dado habrían marcado la diferencia.
Porque nuestras palabras aunque no lo creamos pueden salvar a otros o hundirlos para siempre.
Pueden ser un salvavidas.
Tal vez hacer a alguien sentirse menos solo, ayudarlo a combatir el dolor, a luchar contra la verdad o simplemente servir como soporte para sus lagrimas.
Porque en realidad de lo que va esta serie es de eso: de lo irreversible.
De todo lo que ya no podemos hacer, de todo lo que no hicimos en el momento acertado .
Por que se ha perdido para siempre en ese túnel de posibilidades infinitas que el tiempo devora y que ya solo existen en nuestra mente. Porque esa persona a la que amamos u odiamos ahora solo sera un recuerdo con el que tendremos que lidiar para siempre.
Una parte de nosotros que nos perseguirá sin cesar.
Y lo cierto es que todos querríamos salvar a Hanna, hacerle ver que en la vida hay cosas increíbles por las que merece la pena luchar.
Pero no podemos porque desde el primer capitulo sabemos que esta muerta.
Y como Clay tambien la hemos idealizado, pensando que era mas fuerte de lo que realmente podía ser. Creyendo que podría hacer frente a cualquier obstáculo que se impusiera en su camino. Subestimandola. Teniendo la falsa sensacion de que ella podía acabar con todo lo horrible y desagradable que hay en el mundo.
Sin ser conscientes de que en realidad solo es otra persona mas, tan vulnerable como todas. Tan fácil de herir como todos. Alguien que no va a acabar con toda la miseria que la vida puede ofrecer.
Una persona tambien dominada por sus miedos y sus pasiones, capaz de guardar silencio o de dotar a su voz de una fuerza extraordinaria. Tan frágil y fuerte como puede ser cualquiera. Tan expuesta como todos.
Y es que al final Clay acaba comprendiendo que no conocía a Hanna, ni el ni nadie. Y tal vez por eso cuando se suicido le dejo todos aquellos cassetes. Porque aunque el no merecía estar en la lista, era alguien al que apreciaba y merecía conocer la verdad. Su verdad.

Porque cuando nos vamos eso es lo único que queda de nosotros. Y el mundo sigue avanzando , tan indiferente como siempre. Sin mostrar el menor cambio.
Pero justamente son las cintas de Hanna las que hacen a ese mundo perfecto de instituto tambalearse y sacar a la luz los esqueletos que cada uno se habia esforzado por esconder.


No voy a mentir, esta serie te puede llegar a doler. Esta contraindicada, dice demasiadas verdades para las que siempre se esta poco preparado.


Y al final como Clay nos quedamos destrozados. Sabiendo que no se trata de un mal sueño o una pesadilla, que ya no es posible cambiar nada. Que el paso del tiempo es irremediable. Que lo que nos ocurre a veces es irreversible.


Y debemos aprender a seguir adelante y vivir con ello. Sabiendo que cada palabra y cada silencio pueden ser cruciales en la vida del otro.





sábado, 25 de marzo de 2017

Demolición.

Hacerse fuerte.
Luchar contra la corriente.
Resurgir de las cenizas. Coserse los rotos.
Echar sobre los restos de sangre sal y tequila.
Lamerse las cicatrices hasta que la sangre sepa de nuevo a vida.



Dejar de respirar solo por la euforia de llenar tus pulmones de aire nuevo.



Llenarse a fuerza de quedarse vacía.


Confiar en que el sol que tienes en el pecho se apague de cuando en cuando para brillar con mas fuerza cada día.



Elevar el dolor a la categoría de arte. Hacer de la herida un elixir que te haga mas resistente a los golpes y puñaladas que nos concede el destino y su desidia.


Tragarse las lagrimas.


Ser de acero. Revestirse. No dejar que nadie se alimente de la carne podrida.



Hay demasiadas moscas que están deseando saciarse con tu muerte. Encontrar alimento en tus heridas.




Y aunque vuelen no llegaran muy alto.



Tienen demasiada carroña cosida a las entrañas. Demasiada fuerza cosechada de la tristeza y el dolor ajeno.



Llevan las alas cargadas de ira.