sábado, 2 de noviembre de 2013

Abandonamos el lujo del textil




y nos revestimos de la mentira.
Ante la ausencia de ética o moral, creamos un Dios para poder glorificar lo mas humano de lo que somos y luego buscamos en la ropa ajena esos restos de sangre tan nuestros; que debemos materializar en alguien para poder crearnos conceptos morales y admitir que existe un demonio  y un mal latente y determinado.
Nos gusta tener al enemigo bien señalado y analizado, diferenciarnos de el y distanciarnos de su aura de malicia pero todos somos culpables del mismo crimen con mayor o menor intensidad.
Buscamos nuestro yo en un laberinto en el que constantemente huimos del minotauro sin preguntarnos si una parte de si mismo no pertenece también a nosotros.
Sin preguntarnos si no es al fin y al cabo un hombre como nosotros.
Nos refugiamos en la ignorancia de un recóndito rincón de nuestra mente , evitándonos hacernos todas esas preguntas.
Evitando pensar que estaríamos dispuestos a hacer si un día nos despertáramos y descubriéramos que no somos quien creíamos ser.
Todos los dioses, las religiones, los partidos políticos, todos los discursos moralistas.
Todos esos son los verdaderos monstruos. El laberinto que permite que pasemos tiempo huyendo sin atrevernos a mirar al mal directamente a los ojos.
Y nos hemos confiado a todas esas mentiras con tal de no pensar por nosotros mismos y analizar la bondad y la maldad tan ingentes que poseemos y podemos materializar en un solo segundo.
Todas las personas son sótanos con secretos bajo llave confinados en cofres que esconden tras sus rosarios y sus plegarias implorando a su parte mas tierna que no se despierte el monstruo.
Yo no tengo miedo.
Y se que todo ser tiene una parte divina y demoníaca.
Se que soy el minotauro y no voy a perder mas tiempo buscando mi parte humana para devorarla.
Ni tampoco analizando todo lo deforme que me configura.
A diferencia del resto se que la maldad y la mentira se esconden bajo todos esos conceptos moralistas con los que nos quieren adoctrinar desde niños.
Y el mas malvado es el que necesita domesticar al monstruo que lo habita para poder leer toda esa serie de conceptos y creer en ellos.
El ser humano es solo una tapadera de la gran o deplorable persona que puede ser para este mundo.

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