Lo supo cuando lo tuvo entre sus brazos. Apenas recordaba nada de lo ocurrido anteriormente, no imaginaba cual era la verdadera razón por la que se había decidido a ir a verlo aquel día al hospital.
Ese pequeño bulto sonrosado y frágil podría haber sido el motivo de mas felicidad de toda su existencia. Cuando lo acerco a su pecho fue consciente, seria del calor que irradiaran sus facciones de donde derivara la decisión de amarlo u odiarlo el resto de su vida. Esperaba encontrar en el algunos rasgos de ella. Sus ojos risueños y soñadores, aquella manera tan peculiar y graciosa de fruncir el ceño cuando estaba enfadada y las arrugitas que se le dibujaban en la frente. Los mofletes salpicados de pequeñas pecas diminutas que se disponían unas sobre otras de forma anarquica, el delicado mentón. Ese aire de indiferencia y ensimismamiento que la hacían parecer tan sola ante los extraños. Tan solo habría bastado con que tuviera alguno de aquellos rasgos para que hubiera decidido amarlo hasta el final de sus días. Lo habría seguido en la distancia, habría sido un referente, un mentor, un amigo. Un profeta. Aquel desconocido que siempre esta dispuesto a hacerte sonreír cuando las cosas están difíciles. La persona mas insignificante con la misión mas valiosa: salvarte antes de que experimentes la tragedia de la vida, crear un lugar donde puedas resguardarte de lo desolador de la existencia. Habría bastado muy poco para reservarle su amor y su amparo incondicional pero lo había heredado todo de el. La mirada cargada de fiereza, aquellos ojos iluminados perpetuamente por la chispa de la ilusión. La tez morena y el rostro cargado de durezas, de pequeños pliegues que aun no se manifestaban con la suficiente fuerza. Estaba hecho a su imagen y semejanza desde los ojos verdes hasta el cabello negro. No tenia nada de Emily, era la prueba mas cercana de su fracaso.
No le bastaba el haberla perdido, tenia a aquella diminuta cosa que le recordaba que por encima de su dolor, soledad y tristeza otro había robado su felicidad y había engendrado con ella una nueva forma de vida que tenia la función de recordarle cuan patético y miserable era.
Conoció a Emily en Bachillerato, se sentaba delante de el en la clase de ciencias. Era una alumna brillante pero ademas de ello poseía una sensibilidad innata que la hacían ser consciente de cosas que los demás ignoraban. Una vez se detuvo en mitad de un entrenamiento de gimnasia para curarle el ala a una paloma que se había estrellado contra el capo de un coche. La había empezado a amar en silencio, trazando poco a poco el plan de como acercarse a ella. Comenzó a frecuentar a sus amigas para poder obtener información sobre sus intereses y averiguo el itinerario que seguía todos los días para volver a casa. Tal vez todo habría ido bien si ese día su tía no la hubiera llamado y hubiera tenido que salir antes de tiempo del instituto. Se quedo esperándola en la puerta durante lo que parecieron horas pero ella nunca llego. Aquel día su sonrisa estaba destinada a otra persona.
Consiguió un buen trabajo. Era respetado y admirado por los demás, podía hacer sentir seguridad y confort a cualquier persona pero ella había decidido casarse con un obrero sucio y roñoso. Un miserable que se gastaba la paga semanal en las tabernas y que no aspiraba con tener un futuro mejor. Ella sin embargo lo quería con locura y se había mudado a vivir con el tan pronto como pudo, quedándose embarazada un par de meses después.
Para un hombre de mundo como el eso fue un duro golpe, tal vez el mas terrible que le habían proferido.
Se había enterado de la noticia del nacimiento por una amiga común y había acudido al hospital para deshacerse por fin de toda duda que quedara sobre un futuro posible con ella.
Ese rostro que tanto le había atormentado en la sala de primeros cuidados le perseguiría muchos años después.
Aquel niño sonriente y fuerte aparecería cada miercoles en el mercado que se situaba enfrente de su sucursal. Paseándose, pavoneándose, jactándose de su superioridad y felicidad ante el. Demostrando con su mera existencia el único y mas importante fracaso de su vida.
Emily y el obrero nunca iban con el pero la ropa andrajosa del niño le hablaba del tipo de vida al que ese hombre la sometía. Sin embargo el niño parecía siempre feliz.
Un día sin embargo ocurrió algo. Conoció a una persona que fue a pedir un préstamo a su banco. A veces sus clientes se excedían y le ponían al tanto de los detalles mas escabrosos de su vida para obtener su confianza y cordialidad. Aquel hombre había hecho algo horrible.
Podía ir a la policía y denunciarlo sin mas. Denunciarlo o ignorarlo marcarían un precedente en su futuro.
Hay un momento en la vida de todas las personas donde la linea entre lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal se perciben con total claridad. Donde uno decide que tipo de persona va a ser mediante lo que esta dispuesto a tolerar. Donde decide si servirse de la desgracia ajena o combatirla. El momento donde se zambulle en la profundidad de su corazón y ve lo podrido o lo brillante que es.
En ese momento los hombres deciden si hay un lugar en el mundo para los monstruos, para sus crímenes y su brutalidad. Y si aceptan esta premisa tambien condenan su propia alma.
Le ofreció un crédito y le dijo que lo ayudaría. Debía ir cada miercoles al mercado a una hora determinada. Allí vería algo que le resultaría muy interesante.
Desde aquel día aquel niño dejo de sonreír. Y tambien dejo de verlo pasear por aquel mercado con el paso del tiempo.
Habia ganado.
Pero algo había ocurrido. Alguien era consciente de su pequeña venganza. Dos prostitutas con las que tenia contacto aquel hombre sabían demasiado. Decidió extorsionarlas. Seria fácil. Unas mujeres que estaban acostumbradas a venderse y humillarse para poder subsistir, no le supondría un gran esfuerzo doblegarlas. Al principio entraron en razón fácilmente, fue fácil manipularlas.
Consiguió buscarles un buen empleo a ambas y hizo a una de ellas su secretaria. Pero la que había empleado en su sucursal comenzó a demandar mas y mas cosas con el paso del tiempo. Primero tuvo que alquilarle un piso para que ella y su hijo vivieran, los lleno de caprichos y pagaba todas sus facturas aun cuando llevaba meses sin poder costearse las suyas. Aquella mujer lo torturaba, si no cumplía uno solo de sus deseos amenazaba con ir a casa de Emily y contarle toda la verdad.
Aquello no podía ocurrir. El iba a ser presentado por primera vez como un monstruo.
Habría podido matarla, acabar con aquel chantaje pero no tenia el valor ni el aplomo necesario para poder mancharse las manos de sangre. Prefería que fueran otros los que hicieran el trabajo sucio.
Perdió el trabajo y lo desahuciaron de su casa. Vivía en la calle, se había quedado sin nada pero aun así ella seguía exigiéndole.
-O pagas o desvelare todos tus secretos.
Un día le dijo que tenia un trabajo para el , que era bastante fácil. Tenia que llevar droga desde una punta de la ciudad a otra. Quedaría con el traficante en un hotel y le proveería de la mercancía.
Sin embargo cuando aquella puerta se cerro vio que había caído de nuevo en un engaño de ella. No había droga ni traficante, había llegado a un acuerdo para prostituirlo. Habia perdido el único derecho legitimo que le quedaba; el de su propio cuerpo pero esto no lo descubriria hasta la mañana siguiente cuando despertara solo y desnudo en aquel hotel, aun adormecido por la sustancia con la que habia brindado con aquel tipo para finalizar su acuerdo de venta de cristal.
Decidió implorarle, someterse a sus ordenes. Beso sus tacones, sollozo sobre ellos, llenándolos de lagrimas y saliva.
- Por favor liberame de esto, ¿no te parece que ya he sufrido demasiado?
-Oh vamos, no vengas a hacerte la victima con esto. Tengo un hijo sabes y tu no eres ningún mártir. Eres un monstruo, algo peor que un monstruo. No devoras a los demás pero sabes elegir el momento adecuado para provocar su derrumbe. Crees que eres un dios y que puedes jugar con el destino de los demás a tu antojo , tu arrogancia es tu mayor pecado.
¿Sabes algo divertido?. Emily se va hoy de la ciudad, van a comenzar su vida en otro lugar, se van a dar otra oportunidad. La gente buena sufre pero al final consigue rehacerse, sobreponerse, sobrevivir a las peores tragedias, Con lo que no cuenta la gente como tu es que por muy retorcido, despreciable, cruel,manipulador y insensible que seas es que siempre habrá alguien peor.
Y esa persona soy yo.
Por cierto; te gustara saber como conocí al tipo que nos unió. El vino acompañado de un par de colegas del trabajo al club pero estaba mas interesado en mi hijo que en nosotras. Era un hombre poderoso, se creia muy valiente. Tenia el mismo modo de pensar egolatra y destructor que tu. Creía que los demás eramos solo fichas en su tablero y que el nos movía pero con lo que no contaba es con el dolor de una madre. El se pensó que me quebraba , pero lo quebré yo y cuando me hablo de ti comencé a desear conocerte. También conseguí librar a aquel niño del destino que le tenias deparado. No fue fácil y no fue rápido pero el sufrimiento de mi hijo fue suficiente y gracias a que se acercara a tu chico conseguí un par de pruebas que coloque en la poli de forma anónima.
Y lo mejor de todo eso es que gracias a todo ese horror me pude acercar a ti.
Este es tu infierno personal, disfrútalo.
Yo me ocupare de que puedas hacerlo durante muchos años.
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