viernes, 11 de enero de 2013
De como se desmorono la casa Usher.
He tenido muchos profesores a lo largo de mi vida.
Los que en primaria te animaban a hacer collages raros creyendo que eras un artista y los que te hacían cruzar el umbral de la escuela con una mueca de desprecio y resentimiento a la espera de no cometer el terrible fallo de equivocarte en clase.
En la ESO también pude conocer a otros especímenes muy diversos, desde los literatos que contaban a un publico indiferente batallitas de la juventud y se cebaban mirando los escotes de las alumnas hasta los que te cateaban solo por poner tu nombre y te alentaban con frases cortantes animandote a abandonar tu derecho a una educación justa y necesaria.
Y también estaban los que llegaban con un pánico absorvente a clase como si fueran ellos los que se iban a examinar de alguna doctrina sumamente difícil. Esos y no otros justamente eran los que se convertían en el foco de la risa de clase.
Siempre he pensado que para ser maestro se necesita tener unas cualidades que no todo el mundo posee.
Que en la infancia y la adolescencia un buen o un mal mentor junto con una educación paterna y materna pueden marcar un precedente.
En una época donde algunos no conocen todavía apenas el placer por la lectura lo único a lo que se puede recurrir es a la realidad. No hay escapatoria ni tampoco manera de escabullirse y la realidad lo representa todo en la educación.
No supe valorar la labor de un buen profesor hasta la llegada de un sustituto que se encargo de enseñarnos en sus clases lo que era el buen cine.
Entre bostezos mañaneros, profundas caras de resignación y risas por las escenas de sexo nos mostró joyas como : American history x, diamante de sangre, hotel ruanna, Philadelphia.
Poco a poco nos fue mostrando un cine totalmente ajeno al que conocíamos.
Un cine social, un cine que marcaba sus pautas, que nos llamaba la atención para recurrir en su trama, que nos preguntaba por primera vez nuestra opinión.
Ayer vi una película que me recordó todos esos años de colegio y de instituto.
Una película sobre profesores llamada : detachment , en la que Adrien Brody encarna a un profesor que se sale de lo normal.
Se que el tema del típico profesor que llega por un tiempo y salva a sus alumnos convirtiendo al peor curso en el mejor esta muy trillado.
Pero en este caso no es así.
Detachment es una película ante todo realista, que presenta situaciones llenas de tragedia y a la vez de esperanza.
Es una película que no tiene miedo de decirnos la verdad en la cara.
De mostrarnos que todos los ídolos de la infancia en realidad están hechos de algo tan frágil como la carne. Que no son héroes ni villanos ni tampoco buenos o malos, simplemente son personas de carne y hueso.
Como tu o como yo. Con miserias y alegrías propias y particulares. Llevándose en ocasiones los problemas externos al trabajo.
En un momento dado Adrien Brody dijo algo así como que no todo el mundo esta capacitado para poder tener hijos. Que la gente debería hacer algun tipo de test antes de proponerselo.
Opino que la labor de un profesor es la misma.
Se necesita tener un tipo de personalidad concreto para poder ejercer una labor tan compleja como orientar al que no tiene camino.
Y es que los ahi que no quieren involucarse, que transmiten su cinismo y su profundo asco por la vida con los que menos lo necesitan.
Y aunque sean ambos los que recordemos con el paso del tiempo, Detachment me ha parecido una película fresca, brillante y sumamente inteligente.
Porque nos demuestra que al final no son los recuerdos los que vencen sino el propio aprendizaje.
En nuestra vida solo cobran color las personas que nos transmiten valores. Personas que nos hacen creer en lo que no vemos, soñar con lo que no poseemos.
Los que hablan aunque sepan que nadie los escucha y se desmoronan con los muebles en mitad de la casa usher.
No tardéis mas y si no tenéis nada mas interesante que hacer un día de domingo, no dudéis en ver esta magnifica película.
Como bien sabréis los pocos que me hayáis llegado a intuir con mis post, no recomiendo nada en vano.
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Me la apunto, aunque añado otro profesor que se sale de lo común, el profesor Keating en el Club de los Poetas Muertos.
ResponderEliminarLos profesores a menudo, nos marcan, más que nuestros padres y por desgracia abundan profesores pasotas que lo único que te reflejan es derrotismo en forma de profesión.
Brindo por aquellos profesores locos y entrañables.
Tienes toda la razón, los buenos profesores son un tesoro, yo tuve la suerte de encontrarme con un par de ellos en mi camino y guardo preciosos y gratos recuerdos.
ResponderEliminarMe ha gustado, es un bonito homenaje. Me apunto la peli.
Besos!
A mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva oscura, por haberme desviado del camino recto...
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