lunes, 30 de abril de 2012

La mayoría de las personas que merecen la pena en esta vida no necesitan hacer de la excentricidad su eslogan.
Se tiene la creencia errónea de que los grandes gestos esconden grandes personas.
Desde nuestra pobre educación se nos enseño que alguien que te otorgue lujo y confort es alguien que te quiere.
Nos hacemos las preguntas exactas pero por ello mismo,nos olvidamos de buscar las respuestas idóneas.
Confundimos el verdadero valor de las cosas con su precio.
Y olvidamos completamente que las mejores cosas de esta vida posiblemente no tengan precio.


Yo creo,aunque sea una opinión ilusoria y bastante idealista,que los pequeños gestos,los detalles sin importancia son los que hacen a alguien ser una gran persona.
Son en esos pequeños detalles carentes de sentido donde se puede observar minuciosamente la calidad humana de los demás.
Son cosas insignificantes y carecen de vocablo propio.

Un beso,un abrazo, una caricia, un consejo,una mano que presta ayuda en el momento necesario.

Todas esas pequeñas cosas son el mejor regalo que se le puede ofrecer a alguien.

Pero seguimos confundiendo valor con precio y precio con detalle.

Entiendo que a un niño pequeño,sin la lógica y la razón lo suficientemente desarrolladas,le emocionen grandes regalos y se disguste cuando no obtiene lo que necesita.
Los niños pequeños son los únicos que se permiten ser caprichosos.
Cuando un adulto hace del capricho su modo de vida se convierte en alguien cruel.
En una persona que al no saber el valor de las cosas carece de capacidad para decidir.


Cada día se nos presenta una elección.
Elegimos en que lado de la cama dormimos,que ropa nos ponemos,si tomar leche o cafe por la mañana,que calle elegir para ir al trabajo,con quien compartir una mueca o a quien regalar una sonrisa.

Cada pequeño acto monótono y rutinario es una elección.

Cada pequeña estupidez es un paso decisivo.

Puede que decidamos sin pensar que lado de la cama elegimos para dormir
Pero deberíamos prestar atención a que mobiliario acompaña nuestro sueño.Si ese boticario o esa lampara no nos costo demasiado o si las sabanas de seda con la que nos tapamos no son un lujo excesivo.

Puede que no decidamos que ropa ponernos.

Pero podemos decidir si llevar una prenda que supone un precio descomunal solo porque tenemos dinero y no sabemos en que gastarlo o comprarnos algo que tiene la misma calidad pero vale menos solo por no tener una marca detrás.

Puede que no decidamos si tomar leche o café y sea algo instintivo.Pero decidimos con que pensamiento acompañar la mañana,que melodía decidir usar.Podemos encender la tele para ver las noticias y concienciarnos de lo mal que esta el mundo y lo poco que intervenimos en el o repasar cabalmente cada uno de nuestros padecimientos diarios.

La propia calle que elijamos para cruzar puede ser fruto del destino o el azar
Pero en esas calles podemos cruzarnos con desarrapados que nos pidan limosna y animales sarnosos y callejeros que nos sigan camino al trabajo y podemos evitarlos pensando en la jaqueca tan terrible que pasamos ayer , contando el dinero que daremos para comprar un caniche.

Podemos elegir animar a alguien que tiene un día triste con una sonrisa o regalarle una mueca solo porque no nos parece que no nos puede ofrecer nada.
Y podemos guardar esa sonrisa en el bolsillo y regalársela al jefe o a la secretaria porque nos conviene hacerlo.




Podemos decidir si ser peor o mejores personas.


Porque en cada pequeña decisión demostramos mas de lo que creemos

Nuestra gratitud,nuestra generosidad,nuestra bondad.........


Pero ahí tan poca bondad en este mundo,tan poco que se da sin exigir nada a cambio.
Tan poco que se rige sin que sea fruto del interés.

Hay tanto infantilismo,tanto escepticismo,tanta meditación.

La sociedad crea kanones que luego explota para acabar deshaciéndose de ellos.

Nuestros corazones son como las ciudades que son bombardeadas y cuyos edificios se desploman.
Mañana sera otro día pero no latirán.
Así son nuestros corazones a veces
Aunque funcionen a la perfección no laten.


Y son muchos los medios para enmascarar ese latir muerto.


Pero al final el verdadero valor de las cosas prevalece sobre todo.
Aunque parezca una mentira o un chiste de mal gusto.



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