jueves, 26 de diciembre de 2013

El nonato




Nació un día de lluvia y truenos alentado por los gritos de la enfermera y la mirada ausente de la madre.
Un bulto de carne, hueso y sangre que balbuceaba su primera queja contra el mundo en forma de llanto rabioso.
Aquella noche durmió en el hospital y por la mañana la madre lo llevo a la casa acompañada por la enfermera que debido a la ausencia de familiares en el hospital; decidió acompañar a esa adolescente de mirada huidiza y aspecto deprimente.
La casa era una chabola que se caía a pedazos y que un día un hombre dijo que reconstruiría con tanta maña como el corazón de la madre pero que al final acabo abandonando también como a una estación lejana por la que ya no pasaba nadie. La mujer prometió ayudar a la chica a pagar algunos gastos porque la habían despedido del trabajo debido a su maternidad; pero los casos del hospital la hicieron olvidar aquella promesa.
El recuerdo del nonato era el recuerdo de un amante ingrato que se había marchado sin despedirse y a veces cuando el niño lloraba pidiendo cuidados; se hacia un ovillo y se quedaba dormida cosiendo su sombra para insuflarle fuerza. Lo peor vino cuando decidieron dejarla sin agua y sin luz y los padres olvidaron contestar las llamadas. Comenzó a trabajar para mantener al niño, a ese niño cuya sonrisa todavía le asqueaba.
Caminaba por la autovía con un vestido diminuto y maquillaje para cubrir las ojeras. Un día un cliente le propino una paliza tremenda pero no hubo respuesta a su grito de socorro. Sin embargo la policía decidió amenazarla con una multa si no abandonaba la calle.
Fue entonces cuando conoció a Manuel, un chulo que le lleno las venas de droga y el cuerpo de moretones.
Al niño también comenzaron a inyectarle morfina para inducirle al sueño mientras la madre llevaba a los clientes a la casa. Y un día el sueño se volvió eterno.


Mientras, en otro rincón el gobierno hablaba de vida.
Del derecho a la vida.
Se llenaban la boca de hablar de vida cuando no tenían las condiciones necesarias para proporcionar a la mayoría de una vida decente, que valiera la pena ser vivida.
De una educación decente y el derecho a una vivienda digna, a una atención sanitaria digna.
Se llenaban la boca de hablar de vida cuando la vida era solo una estadística, un pretexto para hacer cuentas y planear el próximo viaje de ''Estado''.
Cuando la vida se había convertido en una excusa para no plantearse lo verdaderamente grave del asunto.
El problema nunca había sido la vida. El problema seria y habría sido siempre las condiciones para vivirla.
Y en un país en el que la mayoría de la población malvive a base de ayudas de entidades privadas y donde muchas cenas de nochebuena se rebuscan en la basura; hablar de vida parece un chiste.
Tan gracioso y tan predecible como el anuncio de campofrio que te informa de que los demás son unos looser y que no hace falta manejar el ingles.
Que aunque aquí ya quede poca dignidad siempre seremos un país lleno de jauja y cachondeo.


¿Porque como no tener cachondeo cuando la risa es el unico recurso para ahogar el ruido de tanta lagrima?.


Porque no nos engañemos. Nos hablan del derecho a la vida pero la mayoría debería plantearse el derecho a que puñetera vida antes de ir tocando los ovarios de los demás.




1 comentario:

  1. Bravo por exponer a los buitres, quienes al carecer de soluciones , cobran.
    Se les facilita dictar una vida imaginaria. Se olvidan de administrar para todos y ceden la buena vida a banqueros, y a ellos mismos, sus sirvientes.

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