sábado, 16 de agosto de 2014

Ser mujer





Han cubierto mis atributos con vergüenza, alejándolos de la mirada ajena.
Sumiéndolos en el desprecio y la ira. Me han concedido el pecado original revistiendo mi belleza con la maldad de una serpiente que se esconde tras una manzana prohibida.
Han creado la historia haciendo que ocupara un lugar secundario.
Apartada, ignorante, fácilmente prescindible.
Han dejado la mirada como unico testigo de una lujuria latente, como unico exponente de mi sexo, de mi ser, de mi esencia.
Me han vejado por querer explorar mi cuerpo como un valle donde baila una ninfa. Me han convertido en un objeto de deseo escondido tras un montón de clichés, tras un montón de preguntas sin respuestas, tras un montón de miedos velados por ignorancia.
Han elevado las iglesias con el unico y autentico amor por sus dioses.
Cuando yo doy la vida. Cuando yo me abro de piernas hacia una nueva existencia. Cuando mi grito desgarrador es el unico principio y el unico fin de sus días.
¿Cuando habrá un templo a la mujer?. ¿Cuando se elevaran pilares alabando su dignidad, su belleza, su claridad y su locura?.
¿Cuando la mujer sera el dios, el unico y verdadero dios  al que se reza?
¿Quien rezara por todas esas mujeres?, ¿quien llorara por ellas?
Por las infieles, por las perdidas, por las libidinosas. Por las que evocan con firmeza su sexo sin necesidad de condenar a la lujuria y erotismo a una sola mirada.
Nadie llorara por ellas. Por las que esconden tras el habito la infelicidad. Por las que nacieron bajo el sino de la religión que en nombre del amor no hace otra cosa que odiarlas por todo lo que representan.
Vida, amor, exceso, sangre, muerte, sexualidad, esbeltez.
Las han ocultado a ellas, a las verdaderas bajo la sonrisa o la mueca de las madonnas, bajo la inmaculada concepción de una pureza inexistente que ensucia todo lo que representan.
Cuando la única pureza es alabar lo que vive en estado puro, sin edulcorar.
No las quieren desnudas mas que en su cama, no las quieren libres mas que con sus cadenas.

Yo también he sido apedreada, violada, vendida al mejor postor, ultrajada por la historia.
Dios me ha convertido en su puta en mil y una lenguas.
Yo odio a la religión, odio a dios, odio a todo lo que obligue a alguien a igualar la belleza de una obra con la firmeza de ponerse una cadena. Yo soy todas ellas y odio todo lo que odie su belleza. Ante un odio tan grande y latente solo cabe el odio. La firmeza de un sentimiento exige la firmeza del otro.

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