domingo, 4 de noviembre de 2012

Todos escondemos una bestia dentro




sedienta de sadismo.
Como una bomba de relojería que alojamos en la sien y ocultamos de cualquier rostro extraño.
Esperando cualquier desajuste para estallar ante nuestra propia estupefacción.

La violencia es algo adherido a la especie humana.

Lo dicen las cifras de los informativos y los lugares a los que las masacres les dan un nombre relevante.

Todos tenemos una increíble capacidad para causar daño y provocar dolor a nuestros semejantes.

Pero a veces decidimos apaciguar a ese ser deforme y monstruoso que podríamos haber sido.


Y eso es lo que nos diferencia de cualquiera.

La capacidad de no habernos perdido.

La capacidad de saber que ahi cosas mas importantes que el odio, el rencor o la propia naturaleza que nos ejemplariza.

Porque pese a todo, siempre es posible empezar de nuevo.

Aunque la esencia de lo que somos intente estallarnos cada minuto en los ojos.

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