sábado, 1 de marzo de 2014

La paciente numero trece




Tenia un comportamiento bastante metódico desde que la ingresaron.
Padecía una enfermedad bastante singular que aun no se había podido diagnosticar con todo el tiempo que requerían estos procedimientos.
Su patología era ademas bastante difícil de precisar y si uno la veía sonriente en la sala podía sentir que la mujer que observaba el patio dándole caladas a su cigarrillo y con mirada triste y profunda no era la misma.
Había llegado allí la noche anterior justo cuando descubrieron el cuerpo ahogado del niño en la bañera. La vecina les había contado que había oído abrir el grifo y que esa mujer cada vez tenia mas descuidos. Normalmente el marido le solía dar una llave para que se ocupara del recién nacido pero ese día se le había olvidado.
Según ella esa mujer estaba chiflada.
Podía estar conversando en el jardín con una amiga o acunando al niño cuando de pronto recordaba que tenia un compromiso inminente y se marchaba a todo correr. A veces tardaba horas en volver, otras veces el asunto que trataba le ocupaba días.
Siempre volvía de manos de la policía que la encontraba desorientada y sin saber quien era.


Sin embargo las personas que decían haberla conocido en esos lapsos hablaban de gente totalmente coherente y concisa. Se solía inventar un nombre, una profesión.... Era extraño que al elaborar sus farsas con tanto empeño ella misma creyera que eran ciertas.


Le había podido sacar poco de su vida. Su padre había sido un músico que murió en la indigencia por alcoholismo, la madre una perdida a la que tuvo que cuidar junto a todos sus bastardos. Se había escapado por primera vez a los trece años y era tanta la presión que había soportado en toda su vida que la única vía de escape había sido tomar un tren distinto al que se le había asignado y jugar a ser otra persona. El juego no le salio muy rentable y acabo embarazada de un rico podrido de dinero que le compro una casita en la playa.
Después conoció a su marido y dejo de padecer unos meses los ataques. Pero al final la angustia y la presión la habían vencido y aquella fatídica noche cuando bañaba al bebe había salido, solo por unos minutos se dijo pero acabo ensimismada charlando con un desconocido en un café.


Lo unico que parecía calmarla era escribir  Se pasaba las noches escribiendo pero cuando le pedía sus cuadernos se encontraba con que había destrozado los papeles y las hojas se amontonaban echas pedazos en la papelera.
Observo que seguía el mismo comportamiento metódico cada día y en una de sus sesiones le pregunto que que interés podía tener escribir algo que nadie leería.
Ella le contó que estaba escribiendo su historia, su única historia, su gran historia.
Esa afirmación lo dejo perplejo y volvió a preguntarle de nuevo que que sentido tenia hacer una obra si luego la destrozaba.
Ella le miro enigmática y le dijo: Uno no hace poesía, ni música, ni pintura para nadie. Lo hace para uno mismo. A oscuras y en silencio. Le da sentido a todo aunque todo este desordenado. No importa cuantas veces resquebraje el papel, no lo necesito entero para darle sentido.
El volvió a irritarse- pero la finalidad del arte es la de proporcionar placer al publico.
Entonces en un destello de lucidez lo miro fijamente a los ojos y le dijo: La obra sigue ahi, en la papelera, ahi historias que no todos merecemos saber, parcelas de la intimidad que deben permanecer ocultadas de la vista. El que entienda, el que sepa ver mas allá las encontrara. El que se tome la molestia de sacar trozo a trozo los pedazos de papel. Ese, sera para el que este destinado la obra. No para los que tienen prisa, no para los que siempre llegan tarde a algun sitio.


Días después descubrio que se había marchado del hospital gracias al celador.
Nunca mas volvió a verla pero a veces se acordaba de ella cuando miraba por la ventana y veía restos de ceniza de sus cigarrillos y la imaginaba allí pensando cual seria el próximo movimiento para poder escapar de esa prisión que era su mente. La recordaba en su compañera embarazada cuando oía a esta repetir sus nanas al pie de la letra.
Pero sobre todo la recordaba cuando enseño a la nueva interna su cuarto y esta se quejo de la humedad de su habitación y de la pésima luz.
Entonces la recordó nitidamente en aquella habitación, esforzándose por escribir en el papel pese a la pésima iluminación. Tal vez nanas para el bebe, tal vez un recuerdo de la infancia. Daba igual, ya estaba lejos de alli viviendo con uno de los celadores otra apasionada aventura.
Tal vez el juego infantil para escapar de la triste realidad había ido demasiado lejos y se había perdido en uno de sus escondites para huir de lo cotidiano.
Y la única vez que volvía a la realidad era por medio de aquellas hojas destrozadas. Aquellas hojas a las que todavía no conseguía dar forma.
Pero tal vez las persona fuéramos puzzles y descifrar las historias que se escondían debajo de la piel y del rimel de las pestañas no estuviera en el poder de todo el mundo.

Porque por mas que quiso, por mas que lo intento, nunca consiguió volver a unir todos los trozos de aquellos pasajes.


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