martes, 10 de julio de 2012

Pasión




Encontraron  a la madre de Paula muerta un caluroso día de Agosto.
Se había suicidado arrojándose desde el balcón  pero a ella eso nadie se lo dijo.
Su padre intento inventarse una historia agradable para una niña de doce años pero de un modo u otro ella siempre lo supo.
Supo que su madre había decidió acabar con su vida.

A partir de aquel momento su padre comenzó a ver oficialmente a la jovencita que ya frecuentaba hace algunos años.
Ella tomo el sitio que su madre había ocupado con aquellos ojos vidriosos y grises hace tan solo unos meses.

Y Paula lo acepto con desgana e inercia.

Aquel día, doce años después se estaba probando un conjunto de lencería bajo la atenta mirada de Mercedes.
Desde que la conocía no había día que no hubiera insistido en ayudarla para una cita.
Y Paula siempre aceptaba distante y callada,sin articular monosílabo.
Y luego después de almorzar siempre marchaba al lugar donde habían solicitado sus limitados servicios.

Aquel día llego pronto a la mansión y avanzo a oscuras aquel enorme pasillo que la condujo a la sala principal.
Todo estaba dispuesto para que ocupara el sitio central y las carcajadas y los siseos de aquellos diez hombres solo lo corroboraban.

De repente uno la arrojo al suelo con fuerza .
Y  ella se limito a separar las piernas,quitarse las bragas y dejarse hacer mientras la embestían uno tras otro.
Y cada sacudida era la afirmación de algo que había sospechado durante años.
Y cada uno de esos labios que vociferaban la palabra puta sin parar la hacia sonreír.

Le gustaba estar allí tendida en el suelo.
Sentir aquellos cuerpos violentos y salvajes penetrarla en lo mas hondo de su ser.
Le gustaba que aquellos padres modelicos,maridos cariñosos y vecinos educados la llamaran puta.
Le gustaba sentir toda su fachada moral deshacerse bajo sus piernas y mezclarse con sudor convirtiéndose en una especie de nada.
Adoraba no oír ni una sola palabra cariñosa, ni una promesa, ni una caricia.

Cada una de aquellas sacudidas la hacia caer en la cuenta de algo que ya sabia.

A su madre no la había matado la depresión ni tampoco la indiferencia.

La había matado la juventud surcándose en cada poro de su cuerpo y deformándose cuando los años la convirtieron en  madre.
La había matado la pasión de los primeros besos,de las primeras caricias,de los primeros tequieros convertidos en un seco buenos días y un beso frió en la frente.
La había matado aquel espacio vació en el colchón que acariciaba con la mano imaginando un cuerpo robusto y fuerte que la olvidaba en brazos de cualquiera.
La habían aniquilado las fotografías de una pareja que solo sabia amarse en blanco y negro.


Su madre no se había suicidado.
A su madre la había matado el amor.
Y ella nunca dejaría que le hiciera daño.
Había elegido la pasión aunque fuera tan fría como la muerte.

1 comentario:

  1. Estaba repasando en silencio tu blog y tienes muy buenas entradas, concretamente esta tiene un gusto exquisito.
    Un saludo ;)

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