miércoles, 26 de diciembre de 2012

La realidad siempre es esquiva






y por mas que el pintor intentaba retratarla no lo conseguía.
De un momento a otro parecía que conseguía captar la verdadera esencia de las cosas pero cuando creía haber acabado el cuadro siempre encontraba un nuevo matiz, un nuevo detalle que había pasado desapercibido a sus ojos.
El problema le llego a quitar el sueño durante muchas noches y cuando cayo en la cuenta de que no encontraba el modo de terminar su encargo, se marcho de viaje unos días.

Había sido una petición que le había parecido demasiado sencilla.
En principio solo tenia que retratar a una chica joven, de unos dieciséis años en el jardín de su casa.
Pero  en cada sesión encontraba algo nuevo. El tiempo y la naturaleza se asimilaban a los ojos de la chica y pecaban por su falta de constancia. Marchitaba su mirada y se apagaba la luz que la hacia brillar junto con el sol y volvía a renacer una nueva chispa mucho mas intensa a la mañana siguiente.
A veces tenia la mirada velada por una especie de halo raro que avecinaba una tormenta y después la primavera jugaba a florecer su rostro llenándolo de nuevos y contradictorios matices.
Su lienzo se había convertido en un espacio realmente reducido en el que ya no había lugar para mas detalle ni observación.
Pero sabia que el verdadero cometido de su arte era el de reflejar la realidad.

Un día paro a beber unas copas en un bar y acabo confesandole su problema al camarero.
Pero el hombre se mostró molesto y altanero y se limito a servirle su copa.
Sin embargo, de repente, un anciano que estaba sentado a su lado tomando un vaso de whisky le dirigio la palabra.
Era extraño, aquel hombre. Parecía el típico mendigo que había que echar de un local a patadas cada madrugada pero mostraba tal serenidad y calma que transmitía buenas vibraciones con solo mirarlo a la cara.

El anciano carraspeo y después de tomar un trago , por fin le hablo: Muchacho, ¿de verdad crees que es posible captar la realidad?
Porque ese es el mayor problema de Dios. ¿Ah no lo sabias? Dios también fue retratista. Intento captar con suma delicadeza y con una belleza exquisita cada insignificante detalle de su obra. Cuerpo y alma unidos en un solo lienzo.
Pero se equivoco de manera grotesca.
Joven, si algo me ha enseñado la vida es que es imposible captar la realidad.
La realidad no toma tiempo muerto ni descanso. Siempre crece. Muere para renacer.
La realidad esta en constante cambio.

El joven lo escucho sorprendido porque hasta entonces no había obtenido una opinión que verdaderamente tuviera que ver con su problema.



A partir de aquel día el artista decidió dejar de pintar.

Pues comprendió que nunca conseguiría llegar a la verdad absoluta con una pincelada.


Rechazo los encargos y oculto todos sus cuadros para que nadie pudiera verlos nunca.



Cada pincelada le parecía una mentira llena de belleza ilusoria.


Tal vez el anciano tenia razón.


Y la vida humana era un lienzo demasiado grande como para querer abarcarlo.

Tal vez la propia existencia fuera un ser escurridizo que siempre se escaparía de sus manos.

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