viernes, 21 de marzo de 2014

De como arquear el corazón cuando suba la marea.

Le encantaban las olas.
Extendía su cuerpo en la arena y dejaba que la transportaran, que la arrasaran.
A veces jugaba con ellas y fingía ser una mas de sus sombras. Arqueaba el cuerpo para que el choque no fuera violento o bien se volvía violenta, tan violenta como podía ser la mar a veces.
El mar en calma siempre le parecía tedioso, aburrido. Lo encontraba solo como pretexto para renaudar una lectura. Todo era mas apasionante cuando todo estaba lleno de dificultades, cuando su oponente demandaba de ella algo mas que lógica, fortaleza, una fortaleza que abarcara un tipo de esfuerzo que no estuviera al alcance de cualquiera.
No sabia que la vida era como la mar. Violenta y benevolente. Levantando costras y sanando otras con su sal. Destrozando navíos que se armaban con esmero y cariño , aniquilando formas de vida y a la vez sirviendo como amparo para otros microorganismos que coexistían gracias a su estructura.
No sabia que la vida era como la mar y que se podía llevar al instante castillos de arena hechos de ilusiones infantiles, vidas, pedazos de cada ser...
Todo esto, obviamente, lo tenia en cuenta cuando pasaba los días mas amargos y demandaba de los demás algo que no podían ofrecer.
Entonces fosilizaba sobre sus restos nuevas formas de vida  y se convertía en otra cosa, mudaba de piel, dejaba de lado sus miserias y se esforzaba como nadie por pintarse otro mañana.
Los demás no advertían  el cambio, pocos caían en la cuenta de que se había producido algun cambio.
Pero había otra chispa en la mirada, otro brillo, un lento crepitar, la muerte y el nacimiento de algo.
En el fondo como a todo el mundo las dificultades tampoco le causaban un placer sublime pero había descubierto que si uno podía suprimir sus emociones también podía avanzar en cierto modo hacia algun sitio.
Así que cuando alguien le hacia daño se volvía como las olas. Violenta, cruel, indiferente.
Aparentemente nada había ocurrido pero un extraño devenir acontecía tras las fechas del calendario.
Y sin que nadie lo supiera arqueaba entonces su corazón. Lo arqueaba con la misma maestría con la que contorsionaba su cuerpo cuando alguna ola furiosa la creía una roca contra la que chocar.
Arqueaba su corazón y entonces de repente el dolor se desvanecía, desaparecía.
Era como una especie de droga que lo liquidaba todo.
Eso debía ser justamente la supervivencia.
Una droga con la que suprimir las miserias.

1 comentario:

  1. De cómo sobrevivir cuando la vida ahoga?
    Un beso. Hoy me has llegado, mucho.

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