He aprendido que el verdadero valor de una sonrisa consiste en sonreír por vicio, sin motivo, porque si, por pura necesidad.
Y me alimento de esas sonrisas quebradas y rotas que tienen un mar de tristeza donde puedes perderte para siempre si te atreves a adentrarte en ellas. Esas que le dan a tus pies un motivo para caminar.
Las colecciono aunque a veces me duelan en las costillas, en las entrañas, aunque se me cosan en las pestañas de forma luminosa y empapen mis sueños y mis esperanzas con su incesante aguacero.
Porque de ellas nacen las mejores sensaciones, las mejores ideas, los días mas bellos. Brotan los mejores deseos.
He aprendido que ya no necesito tu seguridad apoyada en mi nuca, tu saliva hurgando mis hemisferios, tu ternura postiza como muleta para poder caminar.
Tu rostro fatigado ya no es lo único que miro cuando voy caminando hacia la nada en esta carrera que es la vida.
Ahora miro al horizonte.
Ahora ando descalza.
Porque nunca me gustaron tus botas y no las necesitabas para llegar a donde me encontraba y llenarme las yemas de los dedos de fango y de vida. Hacer saltar a mi corazón al vació.
De manera extraña y casual soy feliz. Con esa felicidad sincera que solo los corazones mas quebrados pueden atesorar.
Con esa felicidad fiera y indomable que te daba tanto miedo abrazar.
Esa que te rompe los huesos y luego te los vuelve a pegar.
La que encontrábamos en las paginas de todos esos escritores muertos que nos elevaban de la miseria de esta tierra y nos hacían levitar.
lunes, 2 de noviembre de 2015
domingo, 25 de octubre de 2015
Mujeres
Ser una mujer es un estigma que antes o después deja huella.
A veces comienza con un desconocido saliendo de casa ante la atenta mirada de los vecinos que culpan lo que sin embargo están hartos de ver y de comprender por parte del sexo contrario.
Otras veces es una simple conversación subida de tono o trascendental la que sirve para activar la alarma.
Es curioso como el sonido de una risa o un silencio puede desencadenar tanto movimiento ajeno, desatar el torrente incesante de palabras que colisionan con un simple momento.
Puta, guarra, zorra, cerda, roba novios, asquerosa, buscona, ramera, deslenguada, sucia.
En ciertas ocasiones no hace falta ni eso.
Bastan un simple roce, una sonrisa involuntaria, una mirada esquiva. El tamaño de la falda o el vestido que son mas cortos de lo habitual como si alguien hubiera definido un patrón. El delineador de pestañas y el pintalabios que son mas llamativos de lo común.
Se lo ha buscado, se lo merecía, lleva mucho tiempo así, entro buscando guerra. Cuando una mujer hace eso debe atenerse a las consecuencias.
El viola, el mata, el condena, el reprime, el juzga.
¿El?
El ha crecido amparado por una paternidad postiza que oculta la verdadera. La verdadera esta escondida tras el velo nocturno de un televisor que adoctrina las conciencias mas adormecidas, las mas débiles, las mayoritarias.
El es ella. El es todos.
La sociedad viola, la sociedad mata, la sociedad condena, reprime y juzga.
La sociedad somos todos. La sociedad machista cada día esta matando mas mujeres.
¿Su delito?
Su delito ha sido nacer. Su delito viene marcado con una herida que siempre sangra. Que delimita cada momento de la existencia, que predetermina lo que esta por acontecer.
Es una herida tan propia y tan singular que nadie mas puede verla.
Que permanece oculta ante las miradas mas atentas. Esas que dicen ver mas allá de lo aparente.
Pocos sentimos esa herida, a pocos nos duele.
Aunque nos digan que aparece a los once o doce años con eso que se llama pubertad.
Esa herida es hereditaria, comienza con el primer llanto de un neonato que no sabe donde se ha metido. Esa es su primera manifestación.
Nos la ha impuesto dios. Ellos, ellos.
Los que tendrían que ampararnos y que protegidos por el velo de la duda juegan a condenar lo que no comprenden.
La biblia con su estúpido juego de la manzana, con esa serpiente que satisface a la vez que aleja del paraíso eterno.
Los ojos de una persona pueden decir muchas cosas.
Pueden expresar soledad, terror, miedo , insatisfacción, felicidad, esperanza, ternura.
Pero hemos dejado de mirar a la gente a los ojos para ver la verdad que esconden sus parpados.
Preferimos el contenido prefabricado de un noticiario.
Algo envasado de su miseria que nos permita creer conocerlos y a la vez nos venda una falsa sensación de seguridad y confort que nos ayude a superar los pequeños desajustes de nuestra vida.
Sangre, tenemos mucha sangre de esos cuerpos en nuestras manos pero la luz no es la adecuada para verlos.
Ser mujer es soportar una carga descomunal. Algo que no se puede expresar con palabra ni tampoco fragmentar con el verbo. Ser mujer es llevar sobre la espalda una pesada columna que es el doble del cuerpo. Algo que esta hecho para quebrarte por mucho que te empeñes en seguir avanzando. Y tienes que soportar cada día de tu existencia manteniendo un peso que te hace frágil y ridícula y encima sonreír y dar las gracias muchas veces. Es el peso de la perfección, de la normalidad y de la costumbre.
Un peso que nos parte en dos la columna, que nos hace menudas y débiles, que nos deja sin respiración.
Muchas dan cursos de natación.
Intentan soportar el embiste de las olas, dotar a sus columnas de la fuerza necesaria para resistir tanto peso.
Aprender a nadar a contracorriente porque a veces es la única forma de nadar.
Jugárselo todo en un largo porque a veces es un paso el que determina el devenir de una vida.
Pero no pueden. Se ahogan, se ahogan cuando llegan a la mitad.
Y los que de forma altruista han tendido la mano la esconden porque no pueden soportar el claroscuro original de una belleza real.
Porque la palabra humillación y verguenza aun sigue siendo un perfecto pretexto para ampararnos en lo usual y no descubrirnos como verdaderas bestias.
Lo están intentando, verdaderamente lo están intentando.
Pero es un peso demasiado grande.
Es un peso que queramos o no imponemos todos.
Y las estamos matando. Estamos robando sus segundas oportunidades, haciéndolas sentir verguenza y miseria por el mero hecho de haber nacido mujeres.
Escondiéndolas bajo la figura de una costilla sin la cual siguen sin ser nadie ni nada por mucho que destruya y arme el tiempo .
Por mucho que avancemos.
sábado, 3 de octubre de 2015
.
Me gusta Fellini. Consiguió hacerme llorar y a la vez dibujarme una sonrisa con Las noches de Cabiria, me hizo sentir compasión por una bestia ruda y dura como Zampano en la Strada, me cautivo con la Roma de La dolce vita y con la elección final del protagonista que ciego y sordo tambien ha sido atrapado en unas redes de las que no escapa mas por comodidad que por riesgo.
Los inútiles tal vez me han transmitido una mezcla de sentimientos contradictorios que componen todas sus películas: ternura, crueldad, tragedia, esperanza, dolor, desolación, comedia.
Tan agridulce como la vida misma.
Tan cercano como cualquier rincón de nuestras vidas.
Para mi la vida, las personas y todo el que aspire a hacer arte debería tener esto en cuenta.
Contraponer emociones tan distintas, mezclarlas en un cóctel que puede dejar mal sabor de boca y arriesgarse a exponerlas a cualquier comensal aunque puedan ser fatídicas para su paladar.
Ver a Fellini es como sentir un dolor agudo, profundo, inexplicable. Un dolor que siempre ha existido y existirá siempre en el ser humano. Pero ligado a ese dolor va unido un sentimiento de calidez, de ternura, dulzura y de redención. Un sentimiento plagado de esperanzas, de nuevas promesas, de ilusión. De trenes que parten hacia algún nuevo lugar donde recomponer los pedazos de toda una existencia. De trenes que van hacia alguna parte.
Como un mago que saca un truco inesperado de debajo de su manga y te deja completamente boquiabierto planteándote que la parte de la realidad que ves solo es la parte que tu cerebro ha condicionado y ha impuesto a tus sentidos.
Esto no es cine. Esto es vida, es realidad.
Esto son películas dignas de verse una y otra vez. Porque cada vez que las visualices obtendrás una sensación diferente, porque es cine que crece conforme tu vas creciendo, porque vive su vida contigo y en cada toma te aporta una idea distinta mas fructífera que la anterior.
Si la mitad de los directores actuales aspiraran a crear algo tan fresco, tan personal y único.
No, ya no quedan tantos directores como Fellini.
Ahora buscan atraernos con luces de neón de un colorido bonito que nos parecen llevarnos a algún lugar en mitad de la noche pero cuyo efecto se desploma de madrugada dejándonos tan vacíos y huecos como estábamos antes, sin habernos transmitido nada.
Ya no se hace tanto cine con sentimiento, impera la fría razón de las cifras.
Pero siempre nos quedaran joyas como estas que nos desgarren y a la vez nos recompongan.
Que nos hagan respirar el arte en estado puro.
Impregnarnos de su verdadera esencia.
Sentirnos tambien artistas.
Artistas de la vida. Artistas de toda una existencia.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Se llamaba Adele
Concibió aquel relato de una manera repentina y desganada como un medio de entretenimiento mientras duraba aquel viaje en tren.
En casa le esperaba Peter que seguramente ya habría dejado a sus dos hijas en el colegio y estaría viendo el noticiario en la televisión.
Siempre había sido así desde que se conocieron. El necesitaba hechos para hacer su existencia mas cómoda, ella se había alejado de toda aquella parafernalia y se había refugiado en las ideas que surgían en su mente para dar rienda suelta a los caprichos de su imaginación.
Se había vuelto un poco dependiente de los personajes de sus libros y aquello era algo confirmado pero justamente en aquel que tenia como fin ser un simple relato intento desligarse un poco de las desventuras de sus caracteres.
No le salio como había pensado. Cuando llevaba una hora de viaje comenzó a sentir aprehensión por aquella mujer que veía como la rutina de su vida se veía completamente cambiada y debía inventar un montón de pretextos inútiles para intentar convencer a su familia de que aquello era solo temporal.
Le cogió tantísimo cariño a Adele que cuando se apeaba en el tren con sus dos hijas le pareció verse así misma y a sus pequeñas marchar hacia un destino incierto.
No sabia porque había comenzado a escribir sobre el holocausto, buscaba un tema social desde hacia días pero nunca había tenido ese en mente. Sin embargo cuando le fue dando pinceladas al personaje de Adele sabia que se hallaba ante una buena historia.
Tanto se ensimismo en los destinos de aquellos seres de papel que cuando el tren paro tuvo que avisarla el revisor de que había llegado a su estación.
Peter la recibió algo preocupado. Aquello no era normal en el. Su cara por lo general jovial y fresca tenia ahora un aspecto un tanto taciturno que se había desplegado en forma de pequeñas arrugas que surcaban su frente , fruto inequívoco de haber estado frunciendo el ceño horas antes.
Por el camino le explico que debían sacar a las niñas rápidamente de la escuela y irse a otro lugar. Se avecinaban grandes cambios.
Su primera reacción fue de sorpresa y asombro. Hasta ahora había llevado una vida tranquila y pacifica. Tenia un trabajo estable, una familia que la quería. No entendía porque toda aquella rutina ahora se veía amenazada por una presencia exterior.
La guerra, dijo Peter, se acerca la guerra.
Sabia de primera mano el miedo que habían pasado Anette y Jeanne abrazadas al abrigo raído de Adele mientras el SS las iba identificando. ¿ Iba a ser esa una ruptura definitiva? ¿ Nunca iba a volver a encontrar esos dos pedazos de si misma que tanto dependían de su entereza?. Mientras el hombre iba destinando pabellones pensaba en la guerra, en lo absurdo de la guerra.
Que separa familias y hiere a los seres humanos sin mas destino que el juego de poder de otros que nunca encontraran en las lagrimas ajenas el sabor de las propias.
Se veía así misma como Adele aferrando a sus dos hijas mientras el automóvil de aquel hombre avanzaba sobre el asfalto. Al principio todo había ido bien, Peter lo tenia todo planificado para sacarlas del pais. Pero luego comenzaron las dudas, los infortunios... La guerra había comenzado antes de lo previsto y una bala había alcanzado a Peter mientras volvía de casa con los pasaportes falsos. Para conseguir esos pasaportes habían tenido que poner en venta la casa y todos sus bienes importantes. Habían tenido que sacrificar todo lo que hasta entonces había sido hogar y seguridad.
Sintió un puñetazo en el estomago que le atravesó la espina dorsal y le cubrió de escarcha la espalda con la misma intensidad que la caída de Adele al suelo cuando veía marcharse a sus dos hijas al pabellón de los niños y sentía que el mundo se desplomaba ante sus pies.
Había llorado con Adele, la había sentido como una hija cercana a la que veía padecer todas sus penas en silencio sin posibilidad de consuelo.
Por aquel entonces no sabia porque aquella historia tan remota le había dolido tanto.
Para conseguir un nuevo pasaporte tuvo que empezar a prostituirse.
El primer cliente fue el hombre que le había vendido a su marido los pasaportes. Ella lo conocía de las veces que habían quedado con el para hablar de los tramites del viaje. Esta vez no podía concederle ningún pasaporte, viajarían en su camión pero el dinero de su marido había sido invertido y por tanto para conseguir tres plazas necesitaba trabajar duro.
Aquel hombre posiblemente había sido un hombre común. De esos que te sirven el desayuno en la cafetería o de los que trabajan en el campo y llegan a sus casas doblegados por los esfuerzos de la naturaleza.
Pero la guerra había destrozado a los hombres y a las mujeres y los había despojado de su falsa bondad para mostrar sus instintos mas bajos y ocultos, sus perversiones mas secretas.
Aquel podía haber sido un buen hombre si la realidad no le hubiera mostrado su verdadera naturaleza.
Pensaba en ello. Pensaba en Adele mientras aquel hombre se abalanzaba sobre ella y le dejaba en la nuca aquella fragancia a tierra mojada y a humedad.
No quería recordar todas las veces en las que tuvo que dejar su cerebro apagado mientras su cuerpo iba recibiendo una sacudida tras otra, una descarga de pasion a la que ya no tenia el poder de hacer frente.
Seguía pensando en Adele sola en el pabellón mientras aquel SS la miraba con lascivia y le proponía un trato. Pasaría algunas horas del día con ella y de ese modo le haría llegar sus cartas a sus pequeñas y el le traería recuerdos de ellas. Al principio fueron jirones de tela, luego mechones, alguna cadena. Llego a creer que lo que aquel hombre le ofrecía no concordaba con lo que llevaban puesta sus hijas cuando las dejo marchar. Llego a pensar que dormía abrazada a los restos de algún cadáver extraño pero a veces el único modo de sobrevivir es creer en las mentiras que nosotros mismos creamos.
Eso le paso a ella cuando se apeo en aquel camión escondida en la parte trasera con sus hijas.
Las pobres no habrían sobrevivido mas en aquella casa en ruinas donde vivian desde que su marido murió. Y en aquel ambiente cada vez aparecían personas mas sospechosas que amenazaban a lo único que la guerra todavía no les había robado: su inocencia.
¿Como una persona común puede perderlo todo y ser destrozada por la guerra?
Con ese pretexto comenzó la novela. Lo único que desconocía es que cada linea se convertiría en un pasaje de su vida.
Tuvieron que bajar rápidamente del coche que solo los llevaba hasta la frontera. Para poder pasar la frontera debían escabullirse entre un camino de tierra que estaba por debajo de las alambradas. Para ello debían primero huir de las balas de los oficiales que debían estar a alerta de su entrada.
La pequeña Camille no lo resistió y cuando la carrera comenzó la avalancha ingente de cuerpos hizo que en un momento se viera separada de su madre y de su hermana. Aquel crucial momento basto para que fuera aplastada y quedara sepultada en aquella mole de sueños frustrados y esperanzas tardías que habían sido alcanzados por las balas.
Los tiros habían comenzado antes de tiempo pero no tuvo tiempo a pensar, su cuerpo solo tenia un cometido. Correr, correr, correr.
Ni siquiera se dio cuenta de la falta de Camille, estaba exhausta, completamente ida.
Justo cuando había traspasado la valla con Elena bajo el brazo un soldado la alcanzo y le apunto con una escopeta en la sien.
-Señora le exijo que retroceda.
-No puedo, murmuro ella
Y callo desfallecida a sus pies.
Se levanto mas tarde en una camilla cochambrosa, atendida por una mujer extraña en un lugar desconocido.
-Necesito su nombre y sus datos para poder repatriarla señorita.
-Adele, me llamo Adele. Digale al SS que necesito saber algo nuevo sobre mis hijas.
martes, 15 de septiembre de 2015
Limítate a arder con ella
Antes eran las manos de los demás las que hurgaban en mis rincones secretos y le daban cuerda a la existencia que había prefabricado para mi misma a base de cortar y pegar sobre una libreta vieja a la que atribuir mis memorias.
Muchos habían tenido que apagarseme en los labios y dejarme en la boca ese sabor desgastado a ceniza.
Había caminado hacia atrás solo para buscar el punto exacto desde el cual pudieran salir mis pasos.
Pero el monstruo de debajo de la cama no tenia razón. No es necesario perderse para encontrarse.
A veces basta con que sean unos ojos o unas manos las que te iluminen en vez de perecer ante tu mirada.
A veces simplemente es suficiente con que esa luz vibre con tal fuerza en tu interior que no haga falta que nadie la despierte.
Soy de esas personas que no se sientan a ver como el mundo cambia. Necesito encontrarle un sentido a cada uno de mis pasos.
No puedo vivir en el vació si no veo que hay un ejercito luchando contra el viento en lo mas hondo de mis entrañas.
Porque alguien o algo golpea el cristal de eso que he creído tantos años mi reflejo y soy yo misma advitiendome de que no vale la pena vivir si uno no tiene un propósito.
No te pido que contemplemos como el mundo arde y la tierra se regenera bajo nuestros pies.
Nunca he encontrado verdadero placer en el fuego si no lo provoco con la mirada.
Tan solo quiero que cada uno de mis pasos abra una brecha en la tierra, que surque un nuevo camino antes no explorado.
Quiero ese sabor a vida en la boca y en el sexo. Esa sustancia que me incendie el alma.
Que me haga eterna en el efímero intervalo de un segundo.
Que me eleve para luego bajarme a la tierra y dejarme exahusta.
Porque vivir consiste en encontrar esa chispa que te haga dar tu vida por un propósito superior a esa propia existencia ya determinada.
Y es que hay tan poca autenticidad en esta vida, mutilada por la papilla de horror y muerte a la que nos somete cada informativo del medio día, archivada entre la teletienda y los anuncios de estrellas del rock y de política.
Y yo que soy totalmente indiferente a lo de fuera.
Yo que he creado una revolución en mi interior.
Y no te pido que participes.
Pero si la observas, si observas esa llama.
Por favor no dejes que te queme, simplemente limítate a arder con ella.
Porque el mundo no lo cambian los que se limitan a observar cada intervalo de su existencia.
Si no los que no tienen miedo a arder si el fuego sirve para hacer crecer algo debajo de la tierra, si sirve para dar vida aunque en el proceso los engullan sus llamas.
Aun a riesgo de destruir y minar su resistencia. Aun a riego de inflamarse lo mas hondo del alma.
Este mundo, mi mundo es para los valientes. Para los que no le tienen miedo a las llamas.
Muchos habían tenido que apagarseme en los labios y dejarme en la boca ese sabor desgastado a ceniza.
Había caminado hacia atrás solo para buscar el punto exacto desde el cual pudieran salir mis pasos.
Pero el monstruo de debajo de la cama no tenia razón. No es necesario perderse para encontrarse.
A veces basta con que sean unos ojos o unas manos las que te iluminen en vez de perecer ante tu mirada.
A veces simplemente es suficiente con que esa luz vibre con tal fuerza en tu interior que no haga falta que nadie la despierte.
Soy de esas personas que no se sientan a ver como el mundo cambia. Necesito encontrarle un sentido a cada uno de mis pasos.
No puedo vivir en el vació si no veo que hay un ejercito luchando contra el viento en lo mas hondo de mis entrañas.
Porque alguien o algo golpea el cristal de eso que he creído tantos años mi reflejo y soy yo misma advitiendome de que no vale la pena vivir si uno no tiene un propósito.
No te pido que contemplemos como el mundo arde y la tierra se regenera bajo nuestros pies.
Nunca he encontrado verdadero placer en el fuego si no lo provoco con la mirada.
Tan solo quiero que cada uno de mis pasos abra una brecha en la tierra, que surque un nuevo camino antes no explorado.
Quiero ese sabor a vida en la boca y en el sexo. Esa sustancia que me incendie el alma.
Que me haga eterna en el efímero intervalo de un segundo.
Que me eleve para luego bajarme a la tierra y dejarme exahusta.
Porque vivir consiste en encontrar esa chispa que te haga dar tu vida por un propósito superior a esa propia existencia ya determinada.
Y es que hay tan poca autenticidad en esta vida, mutilada por la papilla de horror y muerte a la que nos somete cada informativo del medio día, archivada entre la teletienda y los anuncios de estrellas del rock y de política.
Y yo que soy totalmente indiferente a lo de fuera.
Yo que he creado una revolución en mi interior.
Y no te pido que participes.
Pero si la observas, si observas esa llama.
Por favor no dejes que te queme, simplemente limítate a arder con ella.
Porque el mundo no lo cambian los que se limitan a observar cada intervalo de su existencia.
Si no los que no tienen miedo a arder si el fuego sirve para hacer crecer algo debajo de la tierra, si sirve para dar vida aunque en el proceso los engullan sus llamas.
Aun a riesgo de destruir y minar su resistencia. Aun a riego de inflamarse lo mas hondo del alma.
Este mundo, mi mundo es para los valientes. Para los que no le tienen miedo a las llamas.
viernes, 3 de julio de 2015
Seda
Tenia la piel como la seda.
Tan suave y tan fina que parecía transparente, tan cristalina que uno podía ver los continentes que habían trazado las venas por debajo de la carne.
Era tan fina que cualquier roce le provocaba un gran impacto, cualquier caricia la envolvía en las sensaciones mas fascinantes y también en las mas terribles.
Había sangrado tanto aquella piel que había tenido que recubrirla con acero.
Duro y frió acero que cortaba la respiración y hacia posible caminar con seguridad por aquel escenario que se llamaba vida.
Duro y frió acero que seguía temblando frente a las caricias pero ahora no dejaba al otro poder ver el cambio de gesto en el semblante ni tan poco la mirada de sorpresa, de hastió o de ternura que ocultaban las pómulos como un secreto.
Solo los que consiguen nuestro amor merecen nuestro sufrimiento.
Aquella piel tenia un precio.
Todo en la vida tenia un precio.
Solo los que con su ternura nos habían hecho desvanecernos merecían ver nuestros cuerpos desplomados sobre saliva y sangre en un lecho de fatalidad.
Aquella piel tan fina como la seda se lo había dicho; lo había escrito con la tinta de sus venas.
En sus brazos, con trazos catastróficos pero con firmeza.
Porque solo el que se gane tu amor merece tu odio.
Combate solo los sentimientos fuertes. No dejes que la mediocridad te alcance.
Aunque tu piel sea fina; tu corazón aun sigue siendo fuerte.
Y eso es lo único que necesitas para sobrevivir.
Un corazón lo suficientemente fuerte.
Bailar
Bailaba sin motivo y sin remedio con las caderas quebradas por el peso de la incertidumbre y los pies vacilantes ante las inclemencias de aquel árido suelo.
Bailaba ante la mirada extraña de los demás que pese a buscar la melodía que la impulsaba a ejecutar aquellos pasos no encontraban mas que silencio.
La acompañaba la noche que con su desnudez le hacia mas fácil revelar sus secretos mas íntimos. Porque en el fondo ella era un poco también como aquella noche. Harta de la frivolidad de los que solo sabían contemplar la belleza del día. Y no necesitaba de la luz del día para recordar cada uno de aquellos pasos, para encontrar la estabilidad necesaria.
Se movía por si misma, sin acompañante, sin motivo, sin necesidad.
Bailaba por el mero placer de sentir como a cada paso se derribaban las cadenas que la oprimían. Por el contacto de su piel con el aire que por primera vez la alejaba de la dictadura de la carne, la sangre y las venas que por su condición tan vulnerable siempre había intentado forjar con acero.
Bailaba por que en aquel baile tenia la elegancia y la destreza de las ramas de los arboles confinadas en los brazos que se mecían con su misma suavidad y violencia ante el mero roce de su piel.
Y aunque los pocos espectadores que se atrevieran a contemplarla tiñeran sus mejillas de rojo y nadie apreciara la destreza de sus pasos , aquella sensación de estar sola y a oscuras ejercitando una danza imposible la hacia infinitamente feliz.
Aunque para ellos solo fuera una demente, alguien cuyos actos carecen de finalidad, sabia que quien pudiera oír de veras la escucharía, que quien pudiera ver de veras contemplaría sus movimientos a través de la oscuridad.
Y no necesitaba melodía . No necesitaba ruido.
Porque ella era su propia melodía. Porque su corazón era el único que marcaba el ritmo.
Y bailaba porque aunque a veces estuviera cansada la vida consistía en eso.
Porque para aprender a vivir antes uno debía aprender a bailar aun cuando flaquearan sus fuerzas.
Porque todo consistía en poder bailar.
En poder mecerse.
En dejarse llevar por el viento.
En escuchar atento las señales y lanzarse a la noche.
Y dejarse la vida en aquel baile.
Poner todo su empeño
domingo, 17 de mayo de 2015
Palabras que hacen melodias
La primera vez que le falto la respiración.
El corsé de palabra anudado fuertemente oprimiendo la cintura, robando el poco aire libre que se escapa ante la mirada ajena de los demás.
Las calles que olían a ceniza y a recuerdos, a la desidia de una mujer que harta de no encontrar nada nuevo en el horizonte ha cerrado todas las ventanas de casa.
Los rayos de sol que se colaban por el corazón como si fuera un trozo de cielo.
Pero no lo es. No lo es
Y por mas que corre nunca alcanza su sombra pero si recuerda algún olor que sepa a hogar es el olor a canela que siempre ha buscado en la saliva de los sueños de todos los extraños que la habían invitado a bucear en su paisaje interior.
Y ya no se como hablar de ella. De aquella mujer tan joven que estaba hecha de palabras y recuerdos y un día de repente se despertó y ya no sabia quien era, donde estaba, que buscaba.
Había olvidado hasta su propio nombre, la cara de la persona que mas había querido en toda su vida.
Y su vida ya tan solo era mezclar la ficción con la realidad, confundir la silueta de sus personajes con el rostro de conocidos.
Un día había descubierto que no era ella la que controlaba las reglas. La que dictaba las ordenes.
Le habían dicho que tan solo era un personaje mas del relato de algún dios cruel y benévolo.
Y ella se había revuelto con la furia de cien tormentas, de sus ojos había salido una bilis negra y espesa que la había arrollado.
El único dios que conocía era un canario que estaba profundamente sepultado en un rincón de su pecho. Uno de esos condenados a muerte que se ofrecen obligatoriamente para mostrarle la salida del laberinto a sus superiores.
A veces lo oía cantar en mitad de la noche y creia que enloquecía.
Para ella allí estaba dios. Ese era el único dios que conocía.
Y lo estaba dejando asfixiarse. Porque nadie la había hecho.
Ella se había formado a fuerza de encuentros y partidas.
Para la mayoría de la gente solo era una persona sin memoria, sin sentimientos verdaderos. Alguien que vivía en una parcela de la realidad distinta a la que le pertenecía.
Ella se había acostumbrado y cada vez que alguien miraba a sus ojos con fijeza y creia intuir el fondo de su alma el canario del fondo de su pecho piaba.
Pero era una melodía tan suave y tan lejana que nadie la oía.
En esa ciudad de ceniza y recuerdo donde era un personaje ficticio por mucho que aquel animal intentara hacer brotar las palabras en aquel pecho mudo nadie parecía darse cuenta de sus presencia.
Era una melodía hecha de toda la rabia, el dolor, la pasión del mundo.
Pero el no cantaba para que nadie la oyera.
Lo mismo que el que ama no espera ser recompensado.
Tan solo buscaba una salida.
Tan solo buscaba un poco de aire.
Un poco de cielo.
domingo, 1 de marzo de 2015
Carta a un completo extraño
A veces recorres el día como si fuera la misma pasarela de horas interminables de la noche. Confundes el sol con la luna y vagas buscando una estrella que te muestre el camino a casa.
Pero ninguna aparece porque ahí minutos en los que la mera sensación de poder vislumbrar una estrella te parece una suposición.
Y tu destino es una telaraña que va cogiendo sitio donde solías dejar la esperanza, alimentada ya solamente por tu ego.
Entonces ahí cosas que vuelven a aferrarte a la vida de nuevo. Personas, lugares, instantes.
Y te aferras a ellos con tanta desesperación que te es imposible abandonarlos.
Hace muchos años encontré una guarida que nunca he abandonado. Es la dosis que necesito cada día para sonreír ante el espejo y fingir que soy una persona normal.
Siempre lo he hecho pero antes de consumir tan solo me limitaba a ser una mala actriz.
Nadie notaba la diferencia pero a mi cada función me dejaba exhausta.
Todos necesitamos un lugar donde poder desmaquillarnos de la miseria que amenaza con asfixiarnos ante la perspectiva del mañana.
Es curioso porque apenas llegamos a cruzar unas palabras y un par de miradas pero fueron mas reconfortantes y cálidas que muchos de los diálogos de los que se me antojaban cercanos por aquel tiempo.
En esa época pensaba que era fácil armar un hogar para otro pero no, no lo es. El tiempo me ha hecho descubrir que no todas las personas pueden hacer posible que un sitio extraño se convierta en un hogar para cualquiera.
Pero tu creaste para mi un refugio donde ya no era aquella niña que intentaba esconderse del mundo detrás de un montón de sonrisas vacías.
Por primera vez alguien descubría que era yo. Que era lo que soñaba. Que era de lo que me escondía.
Y solo de ese modo pude apartar a los monstruos de mis sueños para mostrarme que no ahí que tener miedo. Que cualquier monstruo puede convertirse en una musa.
Que todo lo horroroso también puede ser bello.
Si. Aunque no te llegara a conocer en todo el termino de la palabra no necesito mucho mas para darme cuenta de cuando alguien es grande y cuando es minúsculo.
A mi se me había roto la brújula y tu me ofreciste una parada donde poder recomponer las piezas. Las hojas de miles de libros iban a ser un telón donde por fin podría esconderme sin ser descubierta del mundo exterior.
Era la primera vez que unos ojos me contemplaban con sinceridad y ya no era esa adolescente perdida, esa niña con injertos de aire en los brazos que intentaba de manera irrisoria aparentar que era estable.
A veces basta con una mirada, un destello fugaz de ingenio, un par de palabras sin importancia.
Y aunque hayas dejado de formar parte de este mundo y nunca lo llegues a saber mereces que otros sean conscientes de ello.
Tu me viste. Como pocos me han visto.
Eso tiene merito y aunque esto haya sido una despedida en vez de un encuentro solo por contemplarme con sinceridad te mereces estas lineas.
Gracias.
Gracias por recordarme que uno puede ser mas grande aunque ante los ojos de los demás no aparente gran cosa.
Cuando uno deja huella en sitios tan apartados como la mente de un completo desconocido significa que ha sabido jugar bien la partida.
Adiós.
domingo, 15 de febrero de 2015
Boardwalk Empire: Análisis de una obra maestra
Hace tiempo que vi una serie que me ha cautivado por completo al punto de convertirme en una adicta de sus capítulos.
Se trata de Boardwalk empire, esa radiografía de gangsters que una vez exhibió la HBO. Pero como no me gusta conformarme con el simple borde de las cosas no puedo añadirle un subtitulo tan trillado como ese: serie de gangster. Ya que Boardwalk empire nos habla de la aparición de grandes figuras como el carismático Al Capone o Lucky Luciano pero eso solo es una excusa para adentrarnos en una época salvaje donde la implantación de la ley seca era solo una excusa para mover el negocio mas rentable de toda la historia: la venta de alcohol ilegal.
Así se nos presenta Nucky Thompson ,figura estelar que busca con sus contraluces eclipsar a todos los demás personajes. Niño prodigio que lo ha conseguido todo con el trabajo duro y los pactos que ha tenido que saldar con el diablo. Victima y verdugo de la época convulsa en la que se ha tenido que hacer un rey pero sobre todo animal salvaje y hambriento que ha pasado toda una vida observando banquetes de jaurías de lobos y se muere por dar un bocado a esa pieza tan gustosa que se llama poder.
Porque Nucky a pesar de todo es humano y ha tenido sus momentos para decidir donde estaba la linea que es imposible cruzar pero ha decidido vivir a costa de sacrificarlo todo, a costa de sacrificarlos a todos.
Imposible no hablar de la figura de Gillian Darmody: mitad niña , mitad mujer. Que ha crecido usando sus encantos y buscándole una explicación a la vida entre amante y amante, de colchón en colchón. Pérfida y maquiavelica, capaz de usar a su antojo la vida de su hijo Jimmy para satisfacer sus necesidades o su deseo de venganza. No consigue oscurecer el perfil de su hijo. Vaquero cojo y sombrío de un western diferente. Joven con grandes ansias de crecer pero tan hambriento como los chacales con los que ha crecido. Deseoso de tomarse siempre la justicia por su mano y ahogar sus penas en un buen vaso de whisky escoces. Alumno aplicado que busca superar a su maestro para alzarse sobre el aunque eso signifique llenarse las botas de un poco de sangre fresca.
Tampoco debemos dejar atrás nombres como el de Nelson, Richard Harrow, Al capone o Chalky.
El primero de ellos que consigue llevar una tras otra temporada adelante avanzando desde su papel de policía anclado en la moral, la ética, las normas y un fanatismo religioso exacerbado a pecador sublimado y sin remedio.
Porque en esta serie todos los personajes tienen algo de victima y verdugo, de santo y pecador, capaces de lo mejor y lo peor que pueda dar de si un ser humano, pecadores orgullosos que sin embargo antes de acostarse siempre vuelven una mirada hacia el pasado, para averiguar en que punto simplemente dejaron de ser corrientes seres humanos.
Hay algo palpitante que se esconde detrás de la pantalla, algo que nos hace identificarnos, encontrar la materia de un ser humano tras el traje de un actor.
Es esa dualidad de caracteres la que nos hace seguir la vida de todos estos personajes que en el fondo no se nos hacen demasiado lejanos, que consiguen atrapar nuestra atención y cautivarnos.
Porque detrás de cada fotograma y de cada plano hay algo muy humano.
La esencia misma de un espíritu, algo que hace que toda la serie encuentre una figura solida sobre la que sostenerse consiguiendo llegar a grandes cimas de lo sublime y épico.
Detalles como el segundo matrimonio de Nelson y sus brutales y cómicos cambios de humor, la oportunidad que ve Nucky en Margaret para poder recuperar su humanidad, Jimmy y su madre durmiendo muy cerca en la misma cama, ambos esclavos de un deseo tomado y sometido que no ha tenido tiempo de crecer sano y libre, al que le han quemado las alas antes de poder aprender a usarlas.
Al capone enseñando a su hijo una melodía con la ternura mas gigantesca que veremos alguna vez en la pantalla ancha para luego colarnos otro plano donde se le ve darle una paliza a un pobre chico por servirle mal el café. Richard Harrow imaginando a todos sus seres queridos en el porche de su casa.
Es imposible odiar alguna temporada solo porque ha tenido la baja de un personaje por que como en otras joyas como ''Breaking Bad'' consiguen inmortalizar cada paso, cada actuación, cada arrebato de vida y sublimar a los personajes, darles una muerte digna, mitificarlos antes de decir corten.
Y si todo esto no os ha motivado a buscar rápidamente en google el nombre de la serie no se que mas puedo contaros en este espacio.
Boardwalk empire es una serie que como el buen whisky esta hecho solo para paladares que saben aceptar que el fuerte alcohol les abrase la garganta pero que aceptan el desafió sabiendo que ese sabor que se les queda pegado en la comisura de los labios es lo mas exquisito que probaran nunca jamas. Aunque a fin de cuentas ese sabor, como todos los placeres de la vida nos destruya un poco mas por dentro a base de elevarnos.
sábado, 14 de febrero de 2015
Historia de un par de instantaneas
Siempre asocio su nacimiento a una gran catástrofe , aunque en aquellos primeros años tiernos y infantiles estuviera velada por la ignorancia y el desconocimiento.
Aquello le ocasionaba siempre habituales problemas de conducta que un día derivaron en la aparición del duende: personaje mágico de su primera infancia que personificaba toda la frustración que sentía al haber sido dique remolcado que para llegar a la orilla tenia que enfrentarse a varios navíos que llevaban años en el mar.
Su madre también sintió sobrevenir la catástrofe pero estaba tan acostumbrada a los cataclismos internos que lo soluciono con un poco de vodka y telebasura diaria.
El día que emprendían un viaje por el mediterráneo fue el elegido para conjurar todos aquellos fantasmas pasados de los que debía vestirse para dejar atrás la infancia y entrar en un territorio diferente.
Entonces supo con precisión cuando vio a su padre tocar con cariño la mejilla de su tía que aquel gesto furtivo escondía un gran secreto, una mortaja ya velada que su propio nacimiento había encerrado en un ataúd.
Lo cierto es que cuando su voz atronadora proclamo la soberanía de la vida, un grito de pasión ahogada se hundió en un colchón que ya no encontraba pretexto ni modo para seguir abrasando el mundo bajo la lozanía de su cuerpo y los deseos insatisfechos de su alma.
De un modo anarquico había empezado su camino hacia la delincuencia. Llevaba la contraria a los profesores, atemorizaba a sus compañeros, a veces se ponía a gritar en mitad de la calle. Otras dejaba el gas abierto cuando salia de casa o la emprendía a golpes con las jaulas de colibrís de su vecino.
Un día llego incluso a llenar de excrementos recogidos en la cuadra los colchones de sus padres.
Era un niño imposible, temerario, hecho de una furia violenta que amenazaba con una llamada de atención constante.
O eso le habían dicho los múltiples psicólogos con los que había hablado a lo largo de su vida.
Era una llamada de atención paterna decía el diagnostico general pero el sabia que no, que aquello era mucho mas.
Y como aun no sabia definir la rabia que crecía en su interior, estrujándole los sentidos, culpaba al duende, aquel primer y único amigo que lo acompañaba en todas sus fechorías sirviendole como fiel compañero de cada etapa.
Un ser en el que podían descargar todos sus instintos de autodestrucción sin miedo a ser razonados todavía por la falta de certezas de su temprana mente.
Su padre sin embargo lo atribuía todo a una gran falta de disciplina pero parecían importarle bien poco sus problemas de conducta. Tan solo se conmovía contemplando el álbum de fotos familiar donde aquella chiquilla rubia y pecosa jugaba con su mano, trazando ya un destino fatal desde aquellos primeros planos familiares que tenían previsto narrar la historia de la familia.
El mismo hojeaba a veces el álbum pintando bigotes y cuernos en los trazos histéricos de sus antepasados, aquellos rostros escurridizos y siempre esperanzados que buscaban confesar sus secretos mas oscuros a la cámara. Pero aunque lo desconociera una parte de si mismo también observaba con nitidez pequeños detalles. Aquellos dos niños tostados por el sol que jugaban en la arena, sintiendo ya la cercanía de sus infantiles y desconocidos cuerpos. Otra de toda la familia, los niños que se miraban distantes pero con ciertas sonrisas veladas. El noviazgo de sus padres que muestra una instantánea donde salen los cuatro. Sus tios y ellos, los ojos tiernos de antaño ya han aprendido a mirarse con agilidad y deseo. La boda de sus padres que muestra ya su primera instantánea propia que enumera el vientre abultado de su madre. Y su padre con la mirada cabizbaja, el deseo furibundo.
Nunca había visto la cara de un muerto pero la mirada de aquel hombre siempre se asocio para el con esa aparición letal que marca los cuerpos con el signo del olvido y del abandono de todos los placeres terrenales.
En aquel momento aun no podía determinarlo pero quería ayudar a su padre, salvarlo del destino fatal que se había trazado con su nacimiento, devolverle el brillo a aquellos ojos apagados. Por eso una noche se escurrió de entre las sabanas y se dirigió a su cuatro con unas tijeras metálicas. Colocado a horcajadas sobre aquel cuerpo vació y lejano gritaba sin parar: ya estas muerto, ya estas muerto. Todo aquello mientras oscilaba las tijeras encima del vientre paterno haciéndolas mecerse sobre sus manecitas.
La pregunta había variado con el tiempo pero siempre era la misma: ¿Pensabas quitarle la vida a tu padre?
La respuesta aunque era siempre un rotundo y radical no, le había servido como pretexto para ser internado en aquel centro psiquiátrico.
No, no quería matar a su padre. Tan solo buscaba coserlo como había visto tantas veces en la televisión de mano de todos aquellos aclamados doctores. Quería coser en el de nuevo el amor, adherirlo con maña a su cuerpo.
Pasarían años hasta que comprendiera que el amor no es algo que puede cortarse y pegarse, que puede extraerse y luego colocarse a antojo en un cuerpo.
Su padre que se despidió del sueño y abrió unos grandes ojos llenos de temor y estupefacción tampoco lo comprendió.
La sonrisa estúpida de su rostro sin embargo siempre se archivo como la primera señal de su incipiente psicopatía.
De todos modos daba igual.
Basto aquel momento para convertir en monstruos a Oskar y su gran amigo el duende.
Bastarían muchísimos años mas para que aquellos mismos monstruos pudieran descubrirse ante los ojos de su creador para poder mirarlos por fin de un modo impasible reclamando la soberanía de un territorio que ya había sido trazado sin permiso, sin autorización, sin ningún tipo de piedad.
Pasarían años hasta que comprendiera que el amor no es algo que puede cortarse y pegarse, que puede extraerse y luego colocarse a antojo en un cuerpo.
Su padre que se despidió del sueño y abrió unos grandes ojos llenos de temor y estupefacción tampoco lo comprendió.
La sonrisa estúpida de su rostro sin embargo siempre se archivo como la primera señal de su incipiente psicopatía.
De todos modos daba igual.
Basto aquel momento para convertir en monstruos a Oskar y su gran amigo el duende.
Bastarían muchísimos años mas para que aquellos mismos monstruos pudieran descubrirse ante los ojos de su creador para poder mirarlos por fin de un modo impasible reclamando la soberanía de un territorio que ya había sido trazado sin permiso, sin autorización, sin ningún tipo de piedad.
miércoles, 11 de febrero de 2015
Sueño a carboncillo
Había salido a caminar con el pretexto de coger algunas moras silvestres.
El olor a fresno había ocupado el sitio que hasta entonces gobernaban sus pensamientos.
El aire puro hacia verdaderos intentos por renovar sus fuerzas maltrechas pero era tal la carga de sus ideas que se encontraba del todo exhausta y terriblemente cansada.
Algo la impulso de forma repentina a sentarse bajo la sombra de un alto árbol en el que el sol parecía deshacerse en caricias reconfortantes. Apenas habían pasado unos segundos cuando sintió la opresión de un peso candente sobre su mente, un manto negro evaporo del todo la escena que sus ojos estaban narrando y se vio transportada a otro mundo, a otra realidad harto diferente.
Era un bello corcel de pelaje blanco y aterciopelado que deambulaba de un lado a otro, sin encontrar un rumbo fijo para el que dirigir sus pasos, disfrutando simplemente del paisaje interno que se dibujaba en sus sentidos cada vez que torcía una esquina.
El viento azotaba su pelo y traía consigo nuevas rutas. La hierba fresca y la arena iban despedazándose mostrando un sinfín de caminos que prometían toda una serie de posibilidades.
No se oía ningún ruido mas que el frenético latido de su corazón, pero era una melodía acompasada que la calmaba y la reconfortaba. Una banda sonora que sin duda traía consigo un montón de recuerdos cálidos aglomerados de manera afectuosa.
De repente en medio de la nada la sorprendieron pastando dos carros robustos y altos. No llegaba a ver a sus ocupantes pero ambos habían fijado su vista en ella y le dirigían palabras atentas que tenían como objetivo reclamar su atención.
Ambos iban portando cadenas, lazos, correas y látigos.
Todo tipo de instrumentos para adormecer su voluntad.
Estuvo un momento dubitativa, preguntándose acerca de sus intenciones. Era demasiada su ingenuidad por aquel entonces y aunque estaba velada por su torpeza a veces la conducía a destinos fatales ,tal como el que se le estaba presentando.
De pronto sintió que algo tiraba de ella. Que la empujaba en contra de su voluntad. El hierro candente se fundió con la carne como si hubiera sido siempre su verdadero dueño, como si el cuerpo siempre hubiera sido un traje de segunda mano, una hipoteca temporal.
Quiso resistirse y clavo sus pezuñas con fuerza a la arena pero un segundo lazo se enlazaba en su cuello con insistencia impidiéndole ejercer cualquier mínimo movimiento.
Si hubiera podido tan solo fijar su vista en las letras escarlatas que con sangre enunciaban el nombre de los dueños de los carromatos habría visto que uno tenia el símbolo de la cruz y en el otro estaba pintado el poder del estado.
El poder del estado y la religión se estaban disputando su alma. Uno le prometía la salvación eterna, el paraíso y todas sus glorias. Una nueva vida, libre para emanciparse de sus errores.
Estado le ofrecía suculentos trozos de carne que buscaba que engullera con avidez sin pensar en las consecuencias. Seguridad, confort, familiaridad y unión.
Pero no era nada fácil.
Religión le hacia examen de conciencia.
Había pecado. Había pecado demasiado.
Pecaba de soberbia, gula, pereza, lascivia, odio. En su pecho estaba dibujado el sino de las pasiones, en su sangre se vertían mil demonios. Su humanidad al fin la había corrompido para todos aquellos reyes celestes que la querían perdida y corrupta pero a fin de cuentas dispuesta a vender a un precio demasiado bajo su cuerpo y su alma, a renunciar a la posibilidad de un destino propio, singular y merecido.
Estado le preguntaba por sus propios intereses y como empeñado en que eran una mancha buscaba extirparlos, arrancarlos del fondo de su alma como si fueran una mala hierba. Quería que le perteneciera con el mismo ardor y la misma fiereza con la que se entregaba a un amante.
Ambos exigían cosas de su cuerpo y de su alma que no podía entregar porque ya tenían dueño.
Ambos querían la mente y todos sus dominios pero ninguno se preocupaba del poder de convicción con el que podía engañar al verdadero dueño de sus afectos.
El hierro se aferro aun con mas fuerza a la carne forzándole a emprender carrera, haciéndole torcer las piernas como ejecutando un vals.
-Camina buey- le decían, muévete mas rápido. Debemos llegar pronto.
Ninguno se había percatado de que era mas que una bestia de carga, ninguno había valorado la belleza de su mirada salvaje ni lo aterciopelado de su pelaje, lo grácil de sus movimientos y la elegancia del conjunto de su cuerpo.
Era solo una bestia de carga que debía llevar el peso de algo que desconocía pero que marcaba los pilares de lo que significaba su existencia.
Tiraron de el de una manera tan frenética que al final acabo por sentir un crujir en el fondo del pecho.
La fuerza de las cadenas estaba separando su piel, sus huesos. Sus órganos caían en el suelo manchandolo de sangre, alimentando la tierra.
Podía ver su propio corazón al que ninguno de los ocupantes de los carros prestaba aun atención.
Su corazón abandonado trazando un paisaje nuevo en la tierra, tintando con su sangre silabas que los insectos que caminaban sobre el suelo iban transformando en pequeños poemas.
Abrió los ojos.
Había dormido demasiado rato. Su corazón palpitaba con fuerza. Su corazón, su corazón al fin siempre seguiría perteneciendole. Su única comunión era para con la tierra.
Hasta entonces era suyo para vaciarlo, despojarlo de sus armaduras, viciarlo con mil afrodisíacos, corromperlo, corromperlo para hallar en el la paz, corromperlo hasta la médula.
Y para el al fin nadie había inventado una cadena.
lunes, 26 de enero de 2015
Pretérito imperfecto
Cielo estrellado
Rueda de memoria que sobre el asfalto va aplastando todos los recuerdos para seguir creando un combustible libre de nostalgia con el que poder continuar el viaje.
Corazón de hierro y de espino.
En invierno es guarida para las aves de la noche que buscan calidez en un paisaje desértico, en verano es trampa mortal que espera ansiosa a que llegue la noche.
Apaga la luz. Apágala ahora. La claridad de afuera es solo transitoria, meramente ilusoria.
Pasión vertical. Carretera que solo acepta la curva, donde un kilometro son cien vueltas en espiral a lo largo de una rotonda.
Mira el motor. Puede que nos hayamos quedado sin gasolina.
Pero por favor apaga la luz. Hoy me apetece jugar a las tinieblas.
Ya no necesitaras perseguir mas mi sombra.
Se te coserá alejando la verguenza de los huesos, como una segunda piel dejándote helado para luego darte calor.
Trampa mortal.
Cuando nos enamoramos desde la primera sonrisa hasta el ultimo gemido es una trampa mortal.
Animales frágiles y vertebrados nos volvemos huecos ante la melodía del otro.
Vulnerables.
Nuestros cuerpos se hacen de los jirones de nuestras ilusiones y el amor es un túnel cálido del que ya ni aun queriendo podemos salir.
Corazón de hierro. Trampa de espino.
Vale la pena desangrarse en su interior, porque sobrevivir consiste en refugiarse del mundo exterior en esa guarida.
En saberse querido.
Así que atrapame una y otra vez.
Juguemos a las tinieblas.
Que nuestra propia oscuridad sea la estrella mas brillante.
Tatuemos el cielo con nuestro sino, dejemos en el mundo la pasión de un verbo incandescente, de un imperativo fortuito.
Juguemos con nuestras iniciales.
Demosle otra vuelta al ovillo.
Amemos, hasta que el amor sea un verbo pasado que solo tenga lugar en la conjugación del olvido.
Rueda de memoria que sobre el asfalto va aplastando todos los recuerdos para seguir creando un combustible libre de nostalgia con el que poder continuar el viaje.
Corazón de hierro y de espino.
En invierno es guarida para las aves de la noche que buscan calidez en un paisaje desértico, en verano es trampa mortal que espera ansiosa a que llegue la noche.
Apaga la luz. Apágala ahora. La claridad de afuera es solo transitoria, meramente ilusoria.
Pasión vertical. Carretera que solo acepta la curva, donde un kilometro son cien vueltas en espiral a lo largo de una rotonda.
Mira el motor. Puede que nos hayamos quedado sin gasolina.
Pero por favor apaga la luz. Hoy me apetece jugar a las tinieblas.
Ya no necesitaras perseguir mas mi sombra.
Se te coserá alejando la verguenza de los huesos, como una segunda piel dejándote helado para luego darte calor.
Trampa mortal.
Cuando nos enamoramos desde la primera sonrisa hasta el ultimo gemido es una trampa mortal.
Animales frágiles y vertebrados nos volvemos huecos ante la melodía del otro.
Vulnerables.
Nuestros cuerpos se hacen de los jirones de nuestras ilusiones y el amor es un túnel cálido del que ya ni aun queriendo podemos salir.
Corazón de hierro. Trampa de espino.
Vale la pena desangrarse en su interior, porque sobrevivir consiste en refugiarse del mundo exterior en esa guarida.
En saberse querido.
Así que atrapame una y otra vez.
Juguemos a las tinieblas.
Que nuestra propia oscuridad sea la estrella mas brillante.
Tatuemos el cielo con nuestro sino, dejemos en el mundo la pasión de un verbo incandescente, de un imperativo fortuito.
Juguemos con nuestras iniciales.
Demosle otra vuelta al ovillo.
Amemos, hasta que el amor sea un verbo pasado que solo tenga lugar en la conjugación del olvido.
sábado, 24 de enero de 2015
El mundo hecho de plastico
Era un día como otro cualquiera. Caminaba inmerso en sus propios pensamientos aturdido por las voces que en sus oídos le prometían separarlo del bullicio de la calle y amoldando el ritmo de sus pasos con el teclear frenético que aquella conversación banal de su smartphone exponía ante sus ojos.
Tenia que apearse en el anden numero cinco y esperar veinte minutos cuando llegara el tren hasta poder sentarse en la cómoda silla de su despacho donde como cada día combinaría el realizar importantes operaciones financieras con un par de videollamadas a Laura que para variar habría decidido ignorar sus preguntas y olvidar el móvil en algún lugar inaccesible.
El simple pensamiento de lo que estaba por acontecer le hacia sonreír como si saber ya de antemano lo que iba a ocurrir le otorgara el poder de ser dueño de su destino.
Ese día debía haber estado absorto, completamente enajenado al mundo externo. Debía haber sido así. Su rumbo no había sido ideado para mezclarse en aquella historia rocambolesca pero el destino quiso hacerle pasar de espectador a protagonista en solo un par de instantes.
Y tal vez ese fuera el detonante de su calmada furia.
O tal vez lo fuera la mirada de aquel niño ruidoso que intentaba llamar la atención de su madre mientras se acercaba a las vías. Voz grave para ser infantil que luchaba en vano contra el estéreo de sus oidos. Era imposible no oírlo, no verlo, todo en el era una llamada de atención. Azotaba con rabia la falda de flores de la mujer mientras esta intentaba en vano calmar al recién nacido del carrito que mecía en una mano con tensión concentrada en un par de palabras de cariño.
El niño había lanzado hacia un rato con frenesí una pelota color azul oscuro. Era una replica extraña de la bola terrestre, una curiosa contradicción para toda aquella historia. La bola había saltado de sus manos y había avanzado hasta el limite que separaba la acera en la que esperaban de las lineas del tren.
Bastaban solo cinco pasos para tomar aquella mano nerviosa y infantil, haciéndola caer en la cuenta de lo fatal que podía ser aproximarse a aquel espacio que como una trampa mortal parecía algo carente de sentido ante sus ojos.
Bastaban solo cinco pasos para calmar el ajetreo que tenia lugar en aquellos ojos y prometerle que el mundo estaba seguro en otra parte y que aunque aquel frágil objeto colisionara con el tren posiblemente mañana seria otro día igual de banal y aburrido.
Los cinco pasos de distancia eran un imperativo que clamaba por ser presente, que luchaba en su interior , arañando su limitada resistencia.
Pero por mas que intentaba dotar a sus piernas de movimiento estas estaban como paralizadas, encantadas por un hechizo que era superior a su fuerza de voluntad.
Únicamente se movían sus manos que frenéticamente habían abandonado la pantalla de Wassap y ahora estaban buscando con rapidez la aplicación que permitía hacer vídeos.
Fueron cinco click los que actuaron como balas en aquel cuerpo que cabizbajo y travieso desapareció en un momento de aquel marco que había aprendido a observar cauteloso.
De repente gritos. El impacto del tren teñido de gritos cuando un cuerpo se había hecho ya de silencio. Cuando el silencio se había impuesto como bautismo generalizador.
Ahora que lo pensaba todo sucedió demasiado rápido. La mujer que luchaba entre los brazos de un hombre intentando alcanzar en vano al niño. El bebe llorando tal vez sabiéndose participe en aquella matanza y los transeúntes desconcertados pero con cierto alivio reflejado en las pupilas acariciando suavemente la palma de sus manos o la de los que los acompañaban.
-Que tragedia , podríamos haber sido nosotros...
De repente miro la pantalla de su móvil.
Algo le cruzo el alma como si fuera un rayo, algo le lleno las pupilas de aquella sustancia viscosa que tenia forma de lagrimas.
Se lamento. Se lamento de manera atroz. La pantalla de su movil hacia dado forma a las palabras que no habian podido formarse en su garganta y ahora enjuagaba sus pupilas con una sustancia transparente y vergonzosa.
La angustia hecha mensaje de texto en una pantalla hueca: MEMORIA INSUFICIENTE
El mundo convertido en juguete mientras tanto estaba disperso y fragmentado en las vías. Las ruedas implacables de un sistema que había intentado hacer suyo sin comprender lo habían destrozado.
Avanzo. Avanzo demasiado rápido.
Todo avanzo demasiado rápido.
lunes, 5 de enero de 2015
De palabras y de latidos
Bomberos que nunca han quemado nada mas combustible que la fuerza de las palabras. Una sociedad analfabeta y consumida que ha olvidado la imaginación y la creatividad, la propia emoción de conservar sus recuerdos mas personales, los porque de sus historias y las recupera solo con estimulantes que hacen su vida diaria mas apetecible y cómoda. Una sociedad adoctrinada en el olvido, en la inconsciencia en pos de una igualdad inexistente pero que parece una buena meta por lo que sentarse sonriente y aletargado ante la dictadura de la pantalla ancha.
Una pantalla que nos llama como un familiar, que se inventa apelativos para que podamos sentirla como a alguien por el que vale la pena adormecer el sentimiento.
Un hombre que no sabe mas que quemar sus propias palabras en la pagina en blanco de sus sentimientos.
Un hombre al que un día una chica curiosa y llena de vida pregunta: ¿Es usted feliz?
Porque farenheit 451 no es un cuento sobre un futuro apocalíptico donde la sociedad ha olvidado sus raíces y orígenes, donde tener una opinión propia esta penado con la ley. Farenheit y sus enormes pantallas anchas es una realidad que vemos cada día en cada salon, en cada dormitorio donde alguien imprime un estado en su facebook o twitter.
Farenheit 451 es nuestra realidad.
Y como personas-libro no nos queda mas que buscar la original a la copia que siempre nos han dado, buscar en nuestros orígenes, reencontrarnos con otro ser humano en una frase y saber que si que un día ese libro fue nuestro libro, que fue escrito para acompasar el latido frenético de nuestro corazón. Un latido que siempre nos había sido ajeno y que no podríamos comprender sin la coherencia de ese par de frases inconexas que se encuentran para no perderse mas.
Como dos personas que han pasado toda una vida buscándose y se reconocen en un semáforo.
Una corazonada desoladora pero que nos deja el sabor agridulce de que aunque hayamos perdido podemos conservar una parte de autonomía que aunque cada dia mas amenazada debe custodiarse con uñas y dientes.
Y arder con ella. Arder si hace falta.
Porque a miradas construimos nuestra historia y aunque la televisión nos diga que estamos hechos de dígitos miente.
Estamos hechos de palabras.
Siempre estuvimos hechos de palabras.
Y cuando estas se pierdan, no nos quedara nada.
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